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MEDIO AMBIENTE

Calilegua, corazón verde de Jujuy

En el corazón de la provincia de Jujuy se encuentra el Parque Nacional Calilegua, la mayor área protegida de selva de montaña en Argentina. Con más de 76.000 hectáreas, resguarda un fragmento fundamental de las Yungas también llamadas selva de las nubes, una de las ecorregiones con mayor biodiversidad del país.

Su importancia trasciende las fronteras locales: no solo protege a especies emblemáticas como el yaguareté, la taruca o el tucán grande, sino que además asegura la conservación de cuencas hídricas vitales para la región y funciona como un corredor ecológico clave entre distintas áreas naturales.

Lo que distingue a Calilegua de otros parques del noroeste argentino es la diversidad de ambientes que conviven en un mismo espacio: desde selvas exuberantes y bosques húmedos hasta pastizales de altura y sabanas bajas. Esta riqueza paisajística, sumada a su valor científico y cultural, lo convierte en un destino ideal para quienes buscan experiencias de turismo responsable y contacto genuino con la naturaleza.

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Su territorio se extiende sobre 76.306 hectáreas que abarcan las laderas orientales de las Sierras de Calilegua, donde la topografía cambia drásticamente en pocos kilómetros: desde los 400 metros sobre el nivel del mar en las zonas bajas hasta más de 3.000 metros en los cerros más altos, como el Hermoso o el Amarillo. Esta amplitud altitudinal explica la gran diversidad de ecosistemas que alberga. El área protegida se ubica a escasos kilómetros de la ciudad de Libertador General San Martín, la localidad más cercana y punto de referencia para la mayoría de los visitantes. Desde allí, se accede al parque por la Ruta Nacional 34, que conecta con la Ruta Provincial 83, conocida como “camino de cornisa”. Este recorrido sinuoso y panorámico, que atraviesa quebradas, ríos y sectores de densa vegetación, constituye en sí mismo una experiencia paisajística que anticipa la riqueza natural que espera en el interior del parque.

Además de Libertador, otras ciudades de importancia en el entorno son San Salvador de Jujuy (capital provincial, a unos 120 km) y Salta (a unos 170 km), desde donde parten la mayoría de los visitantes nacionales e internacionales. La cercanía a estas urbes facilita la llegada de turistas, investigadores y grupos escolares que encuentran en Calilegua un espacio accesible para la educación ambiental y el ecoturismo.

El parque cuenta con un Centro de Visitantes en la entrada principal, donde se brinda información sobre senderos, actividades y normas de conservación. Desde allí parten los caminos principales que se internan en la selva y llevan a sectores como Aguas Negras (camping agreste), Mesada de las Colmenas (mirador y área recreativa) y el Monolito (punto más alto de la ruta vehicular). Estos accesos permiten recorrer gradualmente los diferentes pisos ecológicos, haciendo posible observar la transición entre selvas húmedas, bosques montanos y pastizales de altura en un mismo trayecto.

La ubicación estratégica de Calilegua, en el límite entre la llanura chaqueña y las yungas andinas, lo convierte en un área de conexión biogeográfica única. Gracias a este emplazamiento, funciona como un verdadero “puente verde” que favorece el movimiento de especies y garantiza la continuidad de procesos ecológicos esenciales para toda la región.

Biodiversidad y ecosistemas

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El Parque Nacional Calilegua es considerado uno de los refugios de biodiversidad más valiosos de la Argentina. Dentro de sus hectáreas se registraron hasta hoy alrededor de 2.600 especies de animales y plantas, entre ellas más de 1.000 especies vegetales y 350 de aves, lo que representa un tercio de toda la avifauna del país. Esta riqueza lo convierte en un punto clave para la conservación de las Yungas, una ecorregión catalogada como prioritaria a nivel internacional.

La variedad de ambientes es notable. En las zonas bajas aparecen selvas pedemontanas, con árboles como el palo blanco (Calycophyllum multiflorum) y el lapacho rosado (Handroanthus impetiginosus), que en primavera regala un espectáculo de flores intensas. A medida que se asciende, la vegetación se transforma en selvas montanas, densas y húmedas, donde predominan especies como el nogal criollo (Juglans australis), el cedro salteño (Cedrela balansae) y una amplia diversidad de epífitas como bromelias y orquídeas. Finalmente, en las mayores alturas emergen los bosques montanos y pastizales de altura, hábitat de especies adaptadas a climas más fríos y suelos pedregosos.

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En cuanto a la fauna, Calilegua es hogar de especies emblemáticas y en algunos casos en peligro de extinción. El yaguareté (Panthera onca), mayor felino de América y símbolo de las selvas tropicales, aún encuentra en este parque un espacio para sobrevivir, gracias a programas de monitoreo con cámaras trampa. Otro habitante característico es la taruca (Hippocamelus antisensis), ciervo andino declarado Monumento Natural Nacional. También habitan mamíferos como el ocelote, el tapir amazónico y el pecarí labiado, además de una rica variedad de murciélagos e insectos que cumplen roles ecológicos fundamentales.

Entre las aves se destacan el tucán grande (Ramphastos toco), el águila poma (Spizaetus isidori), considerado en peligro en Sudamérica, y el colorido surucuá aurora (Trogon surrucura). La avifauna del parque atrae a observadores de todo el mundo, posicionando a Calilegua como un destino privilegiado para el birdwatching.

A pesar de su enorme valor natural, el parque enfrenta amenazas. Los incendios estacionales, algunos vinculados a la actividad humana, la presión por el avance agrícola y la existencia de pozos petroleros dentro de sus límites representan desafíos serios para su conservación. Estas problemáticas ponen en riesgo la continuidad de hábitats críticos y especies vulnerables. Sin embargo, los esfuerzos de conservación incluyendo la vigilancia de guardaparques, el trabajo conjunto con comunidades locales y la investigación científica han permitido mantener a Calilegua como un núcleo esencial de biodiversidad en la región.

Así, el parque no solo resguarda un mosaico de ecosistemas únicos, sino que también se mantiene como un espacio de resistencia frente a las presiones ambientales, recordando la importancia de proteger la naturaleza para las generaciones futuras.

Conservación y gestión

El Parque Nacional Calilegua fue creado en 1979 con el objetivo de conservar un amplio gradiente de ecosistemas yungueños, desde las selvas bajas hasta los pastizales de altura. Su establecimiento marcó un hito para Jujuy, ya que significó la primera gran iniciativa destinada a proteger de manera integral la selva de montaña, un ambiente que hasta entonces estaba sometido a una fuerte presión por la expansión agrícola y forestal.

Con el paso de los años, Calilegua se integró a la Reserva de Biosfera de las Yungas, reconocida por la UNESCO en 2002, lo que le otorgó un marco internacional de protección. Este estatus refuerza la necesidad de un manejo que combine conservación con desarrollo sustentable, involucrando tanto a comunidades locales como a instituciones científicas.

La gestión del área está a cargo de la Administración de Parques Nacionales, que implementa diferentes estrategias:

● Monitoreo de fauna y flora, mediante censos y cámaras trampa que permiten seguir la presencia de especies como el yaguareté o el tapir.

● Control de amenazas, con patrullajes para prevenir la caza furtiva y programas de reducción de riesgos frente a incendios forestales.

● Manejo de visitantes, a través de senderos señalizados, áreas de acampe y charlas en el centro de interpretación, para asegurar que la actividad turística no degrade los ecosistemas.

● Educación y participación comunitaria, incorporando a pobladores guaraníes en iniciativas como el sendero intercultural, que combina conocimiento ancestral con prácticas de conservación.

No obstante, los desafíos son significativos. El cambio climático está modificando los patrones de lluvia y aumentando la frecuencia de incendios, mientras que la presencia histórica de pozos petroleros dentro de los límites del parque genera un debate permanente sobre la compatibilidad entre conservación y explotación de recursos. A esto se suma la presión turística, que, si bien representa una oportunidad económica, también exige un control estricto para evitar impactos negativos.

Pese a estas dificultades, Calilegua es considerado un caso de éxito relativo: ha logrado mantener poblaciones de especies amenazadas, consolidar programas de restauración de hábitats y fortalecer la conciencia ambiental en la región. Su gestión es, en definitiva, un equilibrio constante entre la protección de la biodiversidad y las necesidades sociales y económicas de su entorno.

Desafíos actuales

Aunque el Parque Nacional Calilegua es un santuario natural, enfrenta problemas que ponen a prueba su conservación. Uno de los más graves son los incendios estacionales, que se intensifican durante la temporada seca y amenazan tanto a la fauna como a la regeneración de la selva. A ello se suma la presión del cambio climático, que altera los ciclos de lluvia y agrava la vulnerabilidad de los ecosistemas.

Otro punto crítico es la actividad hidrocarburífera: dentro del área aún existen antiguos pozos petroleros cuya permanencia ha generado tensiones entre la necesidad de preservar el ambiente y los intereses económicos. Además, el crecimiento del turismo exige controles más rigurosos para evitar que la basura, la circulación de vehículos y el uso indebido de senderos afecten los hábitats sensibles.

Frente a estos desafíos, la Administración de Parques Nacionales trabaja junto a comunidades locales, ONG y universidades para fortalecer la vigilancia, promover la educación ambiental y buscar alternativas de desarrollo sustentable que garanticen la protección del parque a largo plazo.

Patrimonio natural y científico

El Parque Nacional Calilegua no es únicamente un destino turístico o un área protegida: representa un verdadero patrimonio natural y científico que contribuye al conocimiento de las Yungas y de los ecosistemas subtropicales de montaña. Su diversidad biológica lo convierte en un laboratorio a cielo abierto, donde confluyen investigadores, estudiantes y comunidades en la tarea de comprender y preservar uno de los ambientes más frágiles de Argentina.

Investigación y ciencia aplicada

Desde hace décadas, Calilegua es escenario de estudios sobre biodiversidad y ecología. Universidades nacionales, el CONICET y centros internacionales llevan adelante trabajos que tienen impacto tanto local como global:

Monitoreo de grandes mamíferos: especies como el yaguareté (Panthera onca), el tapir (Tapirus terrestris) y el pecarí labiado (Tayassu pecari) son indicadoras de la salud del ecosistema. Los estudios permiten evaluar la conectividad entre áreas protegidas y el riesgo de extinción local.

Avifauna como bioindicador: con más de 270 especies registradas, Calilegua es un punto clave para la ornitología en Argentina. Se realizan censos anuales de aves migratorias y residentes, que aportan datos al Programa de Monitoreo de Aves de Argentina (PMAA).

Ecología de los bosques nublados: los investigadores analizan cómo las variaciones de temperatura y humedad influyen en la regeneración de los bosques de niebla, un ecosistema especialmente vulnerable al cambio climático.

Investigaciones sobre agua y suelos: al ser las Yungas proveedoras de agua dulce para gran parte del NOA, se realizan estudios hidrológicos que demuestran la importancia de la selva como reguladora del ciclo del agua y como barrera contra la erosión.

Valor científico internacional

El parque forma parte de la Reserva de Biosfera de las Yungas (UNESCO, 2002), lo que refuerza su rol como área de investigación de relevancia mundial. Esta designación no solo protege sus valores naturales, sino que también lo reconoce como territorio donde se promueve la investigación aplicada al desarrollo sostenible.

Calilegua funciona como un aula al aire libre. Cada año, miles de estudiantes visitan el parque en programas de educación ambiental organizados por escuelas locales, ONG y la Administración de Parques Nacionales. Estas actividades incluyen talleres, charlas y recorridos guiados para aprender sobre la importancia de la selva como fuente de vida y como patrimonio común.

Además, muchos proyectos de universidades se desarrollan en articulación con las comunidades, generando un doble impacto: producción de conocimiento y fortalecimiento del vínculo social con la conservación.

El valor científico de Calilegua se complementa con los conocimientos ancestrales de los pueblos guaraníes y kollas, que han transmitido de generación en generación el uso de plantas medicinales, frutos y técnicas agrícolas de bajo impacto. Hoy, varias investigaciones combinan la ciencia occidental con el saber indígena, logrando un enfoque más integral en el estudio y manejo de la biodiversidad.

Se desarrollan iniciativas de ciencia ciudadana, como programas de observación de aves y relevamiento participativo de especies. Estos proyectos permiten que los visitantes y vecinos se involucren directamente en la conservación, contribuyendo con datos valiosos para las investigaciones.

En síntesis, el Parque Nacional Calilegua es mucho más que un espacio natural: es un centro de producción de conocimiento, educación y ciencia ciudadana, cuyo legado trasciende las fronteras de Jujuy y aporta al debate global sobre cómo conservar los ecosistemas frente a las crecientes amenazas ambientales.

Comunidad y turismo responsable

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El Parque Nacional Calilegua es mucho más que un área natural: es un territorio vivo, donde la conservación ambiental se entrelaza con la historia, la cultura y el futuro de las comunidades locales. En torno al parque habitan familias kollas y guaraníes que, desde hace generaciones, han desarrollado una relación profunda con la selva de las Yungas.

Identidad cultural y saberes tradicionales

Los pueblos originarios de la región poseen un vasto conocimiento sobre el uso de plantas medicinales, maderas nativas y frutos silvestres. Estos saberes, transmitidos de generación en generación, forman parte de su identidad cultural y hoy son valorados como aliados en la conservación. Muchas de estas prácticas se incorporan a proyectos de investigación y educación ambiental, enriqueciendo el manejo del parque con una mirada integral que combina ciencia y tradición.

Turismo como motor de desarrollo local

El turismo responsable ofrece a las comunidades nuevas oportunidades económicas sin necesidad de sacrificar el entorno. La participación de guías locales, el hospedaje en casas de familia o alojamientos comunitarios, y la venta de artesanías y productos típicos permiten que los beneficios lleguen directamente a la población. Así, visitar Calilegua no solo es un viaje natural, sino también una forma de apoyar el arraigo y la economía regional.

Retos frente a la masividad

La creciente afluencia turística plantea desafíos importantes: mayor presión sobre los senderos, generación de residuos, riesgo de incendios y perturbación a la fauna. Estos problemas requieren estrategias claras, como limitar el acceso a zonas sensibles, fortalecer la educación ambiental de los visitantes y promover prácticas de bajo impacto.

Principios del turismo responsable en Calilegua

No dejar rastro: llevarse todos los residuos, no extraer plantas ni animales, y evitar las fogatas no autorizadas.

Respetar la fauna: observar a los animales a distancia, sin interferir en su comportamiento.

Apoyar lo local: contratar guías de la zona, consumir productos regionales y alojarse en emprendimientos comunitarios.

Cuidar el patrimonio cultural: participar de actividades organizadas por comunidades, aprender de sus tradiciones y reconocer su rol como guardianes históricos de la selva.

Diversas organizaciones sociales, ONGs y universidades colaboran con el parque para fortalecer la gestión comunitaria del turismo. Además, se desarrollan iniciativas de turismo educativo, en las que estudiantes y visitantes aprenden sobre biodiversidad y cultura local en experiencias directas de campo.

El vínculo entre Calilegua y sus comunidades representa un modelo de desarrollo sostenible: un espacio donde la conservación ambiental y la identidad cultural no son vistas como opuestas, sino como fuerzas complementarias. Esta alianza es clave para garantizar que la selva chaqueña siga siendo un refugio natural y, al mismo tiempo, un hogar para quienes la habitan.

El Parque Nacional Calilegua no solo protege la biodiversidad, sino que también funciona como un laboratorio de conservación aplicada, donde se implementan estrategias exitosas que combinan ciencia, comunidad y turismo responsable.

Proyectos de restauración de hábitats

Uno de los ejes de conservación en Calilegua es la recuperación de áreas degradadas por incendios o actividades humanas previas. A través de programas de reforestación, se han plantado especies nativas como lapachos, cedros y palos blancos, favoreciendo la regeneración de los bosques de selva y manteniendo la conectividad ecológica entre diferentes sectores del parque. Estos trabajos incluyen monitoreo del crecimiento, control de plagas y protección de plántulas de herbívoros.

El parque implementa sistemas de cámaras trampa y censos poblacionales para especies emblemáticas como el yaguareté, la taruca y el pecarí. Los resultados han sido alentadores: se ha registrado un aumento en la presencia de algunos mamíferos grandes y aves raras, mostrando que la protección efectiva y la reducción de amenazas directas como la caza furtiva permiten la recuperación de poblaciones críticas.

Historias locales de participación

Las comunidades guaraníes y kollas juegan un papel central en la conservación. Algunos miembros participan como guardaparques voluntarios, realizan recorridos educativos con visitantes y colaboran en la vigilancia de zonas sensibles. Estos programas no solo fortalecen la protección del parque, sino que también generan empleo e incentivos económicos vinculados al turismo responsable.

Los visitantes y escuelas locales pueden integrarse en proyectos de ciencia ciudadana, como la identificación de aves y monitoreo de flora nativa. Esta participación activa permite recolectar información útil para la investigación científica, al tiempo que genera conciencia ambiental en la comunidad y los turistas.

Casos de éxito destacados

Sendero Intercultural Guaraní: combina educación ambiental, turismo responsable y transmisión de conocimientos tradicionales, mostrando cómo las comunidades pueden gestionar su entorno de manera sostenible.

Programa de monitoreo del yaguareté: las cámaras trampa han registrado individuos en zonas donde antes eran raros, demostrando que la protección estricta y la reducción de amenazas funcionan.

Reforestación de sectores quemados: hectáreas de bosque recuperadas con especies nativas ya comienzan a mostrar regeneración natural, beneficiando a múltiples especies de flora y fauna.

En conjunto, estos proyectos reflejan que la conservación en Calilegua es un esfuerzo colectivo, donde la ciencia, la comunidad y el turismo responsable se complementan para proteger la selva chaqueña. Son ejemplos concretos de que es posible preservar la biodiversidad mientras se fortalece la relación de las personas con la naturaleza, creando un modelo replicable en otras áreas protegidas de la región y del país.

Escrito por: Monzón, Kevin

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