TECNOLOGIA
Probé ChatGPT y sobreviví para contarlo
¿La IA es una herramienta o un peligro?
Todos sabemos que la inteligencia artificial hoy en día es capaz de realizar muchísimas actividades, tanto relacionadas a la escritura (redacción, síntesis, traducción, etc.) como al arte o la ciencia. Este artículo va a centrarse en los modelos de lenguaje, que son las herramientas de IA más utilizadas a nivel mundial, como por ejemplo ChatGPT o Gémini.
Antes de la llegada de la IA, establecer que quien es capaz de escribir de forma concisa y clara tiene una ventaja competitiva era una realidad. Sin embargo, ¿hoy en día sigue siendo así? ¿Vale la pena seguir esforzándose en escribir? Nuestras facultades mentales, ¿se van a ver disminuidas con el uso de la IA?
Son preguntas que me hago desde hace mucho tiempo. Para entender la importancia del fenómeno, hay que recordar que, si bien la sociedad se adaptó muy rápido al uso de las IA, en realidad estas recién están comenzando a integrarse en el mercado. De hecho, hasta recién hemos estado presenciando el nacimiento de la IA, que todavía está en fase de optimización, lo cual implica que aún es posible observar una evolución en la forma en que la utilizamos, ya que no está decidido cuál va a ser su rol en las próximas décadas.
Joanna Maciejewska reflexionó hace unos meses sobre el enfoque que se le está dando al uso de la IA. “Quiero que la IA lave mi ropa y mis platos para que yo pueda dedicarme al arte y a escribir, no que la IA escriba y dibuje por mí para que yo pueda hacer la ropa y lavar los platos”, fueron las palabras con las cuales la escritora angloparlante dio a entender su postura.
Para comenzar a analizar el impacto que tendrá el uso de los asistentes virtuales, arranquemos por que la IA aún no escribe como un humano, y eso es algo que está aceptado (por el momento) de forma casi unánime. Todavía carece de los matices, la autenticidad o raciocinio humanos, como si fuese una persona torpe. Por ende, considero que la escritura de los modelos de lenguaje es mediocre y sin nuevas ideas. Si esto a futuro se convierte en un producto genérico, entonces, ¿la escritura humana vale más o menos?
Primero, tengamos en cuenta que en la sociedad hay personas que se destacan por su escritura y otras que no. Es decir, hay gente que tiene facultades de escritura muy dificultadas. ¿Ellas se verán beneficiadas o perjudicadas por la herramienta? Y después, ¿qué pasa con quienes escriben bien?
En segundo lugar, hay que preguntarse, ¿es suficientemente buena la escritura de la IA para integrarse al mercado como producto? Mi opinión personal es que no. Las IA no son escritoras creativas ni originales, por lo cual hacen textos que, en contenido, son vacíos, dan mucha vuelta y al final no te dicen nada nuevo. Carecen de inventiva, como si estuviesen escribiendo relleno. Ojo, no quiero decir que no me parezca un asistente competente. Todo lo contrario; es capaz de estructurar párrafos, ser coherente, y tiene otras capacidades únicas como resumir, expandir, parafrasear o adaptar un estilo de texto, con la ventaja de que todas estas tareas son resueltas en unos segundos. No obstante, esa es mi opinión final: su escritura no es sofisticada.
Esto me lleva al tercer punto: hay que tener en cuenta que, en realidad, este tipo de escritura no es exclusiva de la IA. Con esto me refiero a que también escriben de forma similar muchas personas, con la diferencia de que las personas tenemos más generación de nuevas ideas. Es decir, la calidad de lo que escribe la IA puede ser baja, pero lo que es importante también es la deficiencia en habilidades de escritura que pueden llegar a tener algunas personas. Seamos honestos, escribir o redactar ideas no es la actividad favorita de la mayoría.
Acá es donde, dejando de lado mi opinión y el hecho de que no tengan mucha originalidad, y hablando más bien por diferenciación y comparativa, en realidad la IA sí tiene una calidad importante para ser considerada producto. Hablando del promedio en capacidades lingüísticas de la población, la escritura de ChatGPT o Gémini son decentes, debido a que además tienen la ventaja del poco tiempo requerido.
Finalizado este análisis, considero que las personas que tengan una mala escritura se van a ver altamente beneficiadas al usar la IA como herramienta para situarse dentro del promedio. Es decir, quienes más beneficiados serán por el uso de la IA van a ser quienes no dominan el lenguaje escrito. Luego, para quienes escriben bien, ¿qué significa esto? Va a ser todo un reto, ya que al habituarse al uso de este tipo de herramienta estarían disminuyendo la calidad de su producto, limitando el alcance de sus capacidades.
Si “bueno” es la vara con la que medimos la escritura de la IA, la escritura de los más dotados va a sobresalir. Pero, en caso de usar la herramienta, pueden llegar a notar un impacto negativo, ya que, si alguien con capacidades excepcionales se conforma con un estándar por debajo de su propio talento, y se acostumbra a utilizar un asistente con menor destreza, entonces se verá limitado; va a escribir peor.
Es difícil pensar que ChatGPT o Gémini, al menos con su habilidad actual, puedan reemplazar a los más virtuosos con el lenguaje, como escritores, académicos o comediantes. Son personas que hacen arte escribiendo, porque quieren comunicar una idea. Por eso creo que la IA, por el momento, sirve únicamente como herramienta, y quienes consideren que tienen buen ingenio o quieran dedicarse a un rubro de los alcanzados por la IA, deben concentrarse en pulir al máximo sus habilidades y conocimiento para destacar y sobresalir. No “colgarse” de los asistentes virtuales, sino nutrirse de su uso y aprender cómo pueden beneficiar el ámbito que les apasiona.
De hecho, quienes tengan un nivel de escritura entre mediocre y decente van a ser probablemente los más afectados negativamente, debido a que sus habilidades no serán suficientes para distinguirse de quienes usen la IA para escribir a nivel medio. Es decir, la IA va a ocasionar un fenómeno donde la polaridad entre las diferentes habilidades de escritura de la sociedad va a atenuarse, disminuyendo la brecha entre mejores y peores, y la cantidad de casos aislados que existen.
¿Cuál pienso que es el problema? Que escribir es pensar, ordenar tus ideas, comunicarse de forma efectiva, transmitir un pensamiento o un sentimiento. La escritura ha sido, hasta el día de hoy, uno de los factores más importantes para evaluar el aprendizaje. La expresión escrita es tan importante tanto para acceder a una buena educación como para un buen puesto laboral. Brindando recursos para una mejor escritura, se simplifica el camino educativo para lograrla, lo cual, a mi parecer, traerá un cambio de paradigma de los modelos educativos del presente.
«Profe, ¿para qué saber escribir? Si lo puede hacer la IA». Esa pregunta es algo que, quizás, ya se está escuchando en las aulas de hoy en día. Y eso es un problema, porque escribir no solo significa pensar en lo que se quiere escribir u ordenar tus ideas, también es investigar, criticar, usar la coherencia y crear algo que realmente sea original. La mayoría de los textos que vamos a empezar a ver van a ser textos generados por el algoritmo y quienes pasarán a ser los más destacados de un salón serán quienes puedan solicitar, ajustar y estilizar de mejor manera la respuesta de la herramienta (IA). En lugar de escritores, lo que se va a buscar son editores que optimicen el uso de la IA . ¿Es un cambio para bien o para mal? En mi caso, soy pesimista, y creo que ya se están viendo afectados varios aspectos del pensamiento humano.
Uno de estos aspectos es la originalidad: saber crear algo, entender qué es lo que quiero comunicar y qué es lo que quiero que el otro entienda de lo que estoy escribiendo o diciendo. Es una herramienta de vital importancia que ya no estamos siendo capaces de manejar. Noté, durante estos últimos años en mi entorno, muchos testimonios de gente que ha dicho: «Me di cuenta que el uso de la IA me perjudicó cuando tuve que escribir un párrafo en clase y me costaba generar ideas. Antes, esto era algo que hacía con total facilidad. Antes, sabía crear ideas de la nada, yo podía ser ChatGPT».
Esa afirmación me lleva a deducir la próxima falta de originalidad. Los algoritmos, básicamente de toda la Internet escrita y utilizando un modelo matemático, determina la respuesta más probable a una solicitud. Esta forma de funcionar implica que las respuestas de ChatGPT/Gémini son respuestas ya existentes, probables y comunes. A medida que el ser humano se vaya volviendo más dependiente de las herramientas para escribir, seguramente se va a apreciar que el conjunto general de ideas se va haciendo más pequeño. La norma ya no va a ser lo diferente, ser único. La norma ahora será el pensamiento homogéneo. También veremos los diferentes estilos de escritura disminuidos, porque la creatividad se va a ir apagando, vamos a estar todos influenciados por la estética, de cierto modo insípida y convencional, de la IA.
Cuando el ser humano piensa y tiene que escribir, percibe el mundo y luego lo tiene que explicar a su manera, o sea, dar a entender y comunicar la forma única que tiene de comprender el entorno. Esta capacidad se va a ver cada vez más reducida, va a ser más difícil encontrar interpretaciones originales. Nos vamos a restringir a comprender el mundo a través de los ojos de la multitud, las ideas a través de los ojos de la IA, los ojos de la norma y lo común, lo preexistente. Las ideas innovadoras, fuera de la caja, nuevas formas de presentar un tema, la diversidad de pensamiento. Eso es lo más valioso en el mundo de la IA.
Si escribimos textos en base a ideas comunes, estas serán parte del próximo conjunto de datos y la probabilidad de encontrarse con las mismas ideas va a ser cada vez mayor. Esto es un problema típico del uso de algoritmos; el hecho de que el contenido sea cada vez menos original y más general. Así mismo se observa en las redes sociales, donde todo el tiempo se busca que mires el contenido que más retención de tiempo en la app logra, contenido que resulta ser de poco valor porque generalmente atiende a una misma fórmula que busca captar tu atención en pocos momentos con un formato repetitivo.
Cuando entras a Instagram, YouTube, TikTok, etcétera, al interactuar con cierto tipo de contenido, el algoritmo seguirá mostrándote el mismo tipo de publicaciones para mantenerte más tiempo, y si cambiás de interés a menudo notarás el bombardeo de contenido anterior antes de que el algoritmo se reajuste. Otro ejemplo de esto es cuando los creadores de contenido se adaptan a las formas de crear multimedia que les dan más visualizaciones, consiguiendo más impacto y retroalimentación, como por ejemplo carruseles de contenido o historias. Antes se veía menos su uso, pero cuando los creadores notan que el algoritmo recomienda su material de esta forma, es difícil no encontrarse ese contenido en las apps. Así surgen las tendencias.
A quien no le interesaba antes este tipo de contenido, ahora comienza a consumirlo porque es lo que el algoritmo de la app le recomienda. Es decir, al consumir el contenido del feed perdés tu libre albedrío para elegir qué es lo que querés ver, porque el algoritmo logra encasillarte en un público objetivo, y todo esto con el fin de aumentar la retención de tiempo de los usuarios. Podés creer que estás eligiendo el contenido que consumís todos los días, pero en realidad, el algoritmo es tan bueno que te hace olvidar que el concepto de la televisión como factor de alienación colectiva existe hace años. Todos éramos conscientes de ello, ¿por qué ahora disfrazamos el uso de los teléfonos celulares y algoritmos como si fuésemos dependientes del mundo digital? Pienso que, en este aspecto, carecemos, como sociedad, de la voluntad de discriminarnos del concepto de sociedad de masas.
Obviamente, como ya dijimos va a haber un conjunto de personas que va a saber adaptarse a las herramientas digitales para aumentar su originalidad de contenido, ya sea para redes o escritura, y va a tener una caracterización estilística muy marcada, utilizando su ingenio. No obstante, en mi opinión este tipo de casos van a ser excepciones, mientras que la mayoría de personas van a conformarse con las respuestas del algoritmo.
Sumado a la originalidad, otro aspecto afectado es el pensamiento crítico, que es la capacidad de cuestionar lo que se presenta como verdadero, detectar fuentes de información confiables y contrastar hechos. Hoy en día ya está pasando por un mal momento, ya que con una búsqueda rápida en Google podemos encontrar un artículo más o menos serio, que justifique cualquier postura y con poco o nulo respaldo científico. Quienes se ponen a verificar la veracidad del contenido que consumen a diario son minorías.
Este problema se hace más común en la aplicación de TikTok, donde abundan las “fake news”. No es raro que en una conversación se exponga un punto de vista como si fuese un hecho, y al indagar la fuente es “lo vi en TikTok”. Luego, al buscar información confiable que corrobore los datos, no existe. Es como si volviésemos a la época antigua, donde se transmitía el conocimiento de boca en boca, dejando de lado el libro, el ansia de conocimiento. Y, ¿cómo podemos aprender algo para discernirlo de una mera opinión? Con el método científico; experimentación y resultados; prueba y error. Es acá donde las IA vuelven a estar en desventaja, porque si hay 100 resultados en la web que promueven una falacia, y solo un estudio certificado que la contradice, al preguntarle a la IA por el tema lo más probable es que se decante por presentar el contenido de esos 100 resultados como una verdad.
El pensamiento crítico también es útil para identificar cuándo un dato es relevante y cuándo no. La IA puede resumir nuestros textos, pero nosotros, ¿podemos resumir los de la IA? ¿Podemos percibir cuándo los datos presentados son sofismas? Hay muchas personas que no saben evaluar la importancia de las ideas que escriben y, por ende, son incapaces de filtrar correctamente, y esto se extrapola a la lectura. Darnos cuenta de si un artículo está redactado por una persona, con originalidad y creatividad única humana, o con inteligencia artificial, ¿Es algo de lo que somos capaces? ¿Saben ustedes, lectores, si este artículo no fue escrito por una IA? ¿Tienen esa certeza?
Finalmente, ¿cuál es el futuro de la escritura y el pensamiento? No tiene caso negar que estamos ante el surgimiento de una nueva era tecnológica, y es normal estar preocupados por el futuro del conocimiento y del aprendizaje. Sin embargo, creo que la transición es inevitable, y siempre ha estado presente en la cultura humana, haciéndonos destacar por esa habilidad adaptativa frente a los cambios. El verdadero problema radicaría en no lograr adaptarse a los modelos de escritura. Lo que no hay que permitir, es que la IA, el teléfono o los algoritmos dominen nuestros pensamientos e ideas.
Ante estos cambios, entonces, nos podemos preguntar, ¿vale la pena seguir escribiendo? Sí. Incluso frente a lo que podrían pensar, mi recomendación es: usá las nuevas herramientas lo más que puedas y aprendé a sacarles el mayor provecho posible.
Escrito por: Anónimo
