En los últimos años, el uso de dispositivos tecnológicos en el deporte ha dejado de ser una tendencia exclusiva de atletas de élite para convertirse en una herramienta accesible y masiva. Los wearables —dispositivos electrónicos que se llevan puestos como relojes inteligentes, pulseras de actividad o sensores corporales— están revolucionando la manera en que los deportistas, tanto profesionales como aficionados, monitorean su rendimiento y optimizan sus entrenamientos. Pero, ¿son realmente el futuro del entrenamiento deportivo?
Los wearables permiten a los atletas recopilar datos de forma instantánea y continua. Parámetros como frecuencia cardíaca, oxígeno en sangre, velocidad, distancia recorrida y calidad del sueño ahora se pueden medir con precisión. Relojes inteligentes como el Garmin Forerunner o el Apple Watch han marcado un antes y un después al ofrecer métricas que ayudan a ajustar los entrenamientos para alcanzar el máximo rendimiento.
Según estudios recientes, el monitoreo de datos en tiempo real mejora significativamente la eficiencia de los entrenamientos. Entrenadores y deportistas pueden analizar la información para ajustar la carga de trabajo y prevenir el sobreentrenamiento, uno de los principales riesgos en disciplinas de alta exigencia física.
Una de las grandes ventajas de los wearables es su capacidad para personalizar los entrenamientos. Basados en los datos recogidos, estos dispositivos pueden sugerir planes específicos para mejorar el rendimiento. Por ejemplo, la marca Whoop ha ganado popularidad entre los deportistas profesionales por ofrecer análisis precisos sobre el descanso y la recuperación, factores clave en cualquier entrenamiento de alto nivel.
Además, aplicaciones integradas como Strava o Nike Run Club permiten a los usuarios no solo seguir su progreso, sino también compararse con otros atletas, fomentando la competencia y la motivación.
La prevención de lesiones es otro campo en el que estos dispositivos están haciendo una gran diferencia. Sensores avanzados y sistemas de análisis biomecánico, como los utilizados en deportes como el fútbol y el running, pueden detectar desequilibrios en la técnica o fatiga muscular antes de que se conviertan en lesiones graves. Dispositivos como las plantillas inteligentes o los sensores de movimiento ya se utilizan en equipos de élite para monitorear el esfuerzo físico y ajustar los entrenamientos en tiempo real.
Sin embargo, esta tecnología no está exenta de críticas. Algunos expertos advierten sobre el exceso de dependencia de estos dispositivos y la posibilidad de que la obsesión por las métricas afecte el disfrute del deporte. Así mismo, la recopilación de grandes cantidades de datos personales plantea preocupaciones sobre la privacidad y el uso indebido de la información.
Por otro lado, no todos los atletas tienen acceso a la última tecnología debido a su alto costo, lo que podría aumentar la brecha entre deportistas de élite y aquellos que entrenan con recursos limitados.
A pesar de los desafíos, la industria de los wearables sigue creciendo a un ritmo vertiginoso. De acuerdo con un informe de Statista, se espera que el mercado global de estos dispositivos alcance los 100 mil millones de dólares en 2028, impulsado por una creciente demanda en el deporte y el fitness.
El desarrollo de tecnologías más avanzadas, como la integración de inteligencia artificial y análisis predictivo, promete revolucionar aún más la manera en que entrenamos. La posibilidad de contar con un “entrenador virtual” personalizado, basado en datos en tiempo real, parece cada vez más cercana.
Los wearables han demostrado ser herramientas innovadoras y eficaces para mejorar el rendimiento y cuidar la salud de los deportistas. Si bien no reemplazan el criterio de entrenadores y profesionales de la salud, sí ofrecen datos valiosos que permiten llevar los entrenamientos a un nivel superior.
Sin lugar a dudas, la tecnología wearable está moldeando el presente y el futuro del deporte. La pregunta ya no es si serán el futuro, sino cómo logrará la industria equilibrar innovación, accesibilidad y privacidad para convertirlos en aliados indispensables de atletas de todos los niveles.
Pero hay un problema. El anterior nombrado VAR, por ejemplo, no es aceptado por muchos, sobre todo en las ligas del tercer mundo, e inclusive en los grupos más sensacionalistas del primer mundo.
Esto me lleva a hacer la siguiente pregunta, ¿serán vistos con buena cara todos estos posibles avances? ¿O serán descartados de las competiciones? Personalmente, creo que su lugar se encuentra en los entrenamientos, ver mejoras, corrección de técnica y múltiples etcéteras, pero eso se verá en el futuro.
Escrito por: Cuello, Agustín