Este domingo, el país caribeño va a poder decidir sobre su futuro en una jornada que será, sin duda, recordada por muchos. Van a poder elegir entre la continuidad del Chavismo, que gobierna el país desde 1999, o la asunción de un nuevo Gobierno. Cuando estés leyendo este artículo, los resultados (seguramente) ya serán públicos. Pero, escribiendo esto un día antes de los sucesos, la intriga es lo que predomina.
Uno de los principales focos está sobre el actual presidente y “heredero” de Hugo Chávez, Nicolás Maduro. Él se encuentra en el cargo desde 2013, siendo reelecto en 2018 en una contienda que muchos organismos internacionales han considerado como arregladas.
Su gobierno de once años se ha caracterizado por diferentes motivos, y no positivos. Por nombrar algunos, Venezuela es, desde hace tiempo, una de las economías con mayor inflación del mundo, donde las jubilaciones oscilan los 4 U$D y un buen sueldo, los 30. Por otro lado, durante sus once años de mandato, se ha producido la mayor ola migratoria de la historia de Latinoamérica: según la ACNUR, casi 8 millones de venezolanos han abandonado el país durante este período de tiempo.
¿Quién representará a la mayor coalición opositora?
La presentación de un candidato por parte de este bloque no fue una tarea fácil. Uno de los líderes de este movimiento es María Corina Machado pero, en enero, fue inhabilitada por parte de la Comisión Nacional Electoral (CNE) para presentarse a estas elecciones. En su reemplazo, surgió Corina Yoris, pero también fue inhabilitada por el mismo organismo.
Es en este contexto que surge la figura de Edmundo González Urrutia: un diplomático de 74 años que, hasta entonces, mantenía un bajo perfil. Hasta él mismo se vio sorprendido por su repentina nominación, debido a que él “no esperaba ser el candidato presidencial, ya que jamás había competido por un cargo de elección popular”. Él se define como un político de centro, y evidentemente con un tono más sereno que el de Machado.
Urrutia, quien fue embajador en Argentina entre 1998 y 2002, y por lo tanto ex-funcionario de la primera etapa de Chávez en el poder, se enfrenta a una de las tareas más importantes de su vida: la posibilidad de, según sus compañeros políticos, “redemocratizar” a su país.
Elecciones en un ambiente tenso…
Para comenzar, creo que es importante resaltar que Maduro, hace unos meses, declaró que habría un “baño de sangre” si perdía las elecciones. Sumado a las inhabilitaciones a los candidatos opositores, el ambiente se empezaba a poner cada vez más pesado.
También se han impuesto nuevas trabas para que los venezolanos en el exterior puedan emitir su voto. Por ejemplo, de las 220.000 personas que han emigrado desde ese país hacia Argentina, solo podrán votar 2.600. Esto no hace más que reducir puntos que irían directamente a la oposición.
Así mismo, esta última semana el Gobierno le ha negado la entrada al país a diferentes personalidades políticas, entre ellos expresidentes, que habían sido invitados para servir como veedores de los comicios. Uno de los casos más famosos es el de Alberto Fernández, quien había sido invitado por Maduro para que sea uno de los veedores de las elecciones. Pero esta invitación fue revocada por la CNE cuando nuestro ex presidente dijo que el presidente chavista “se tendrá que ir si pierde las elecciones”.
Estas acciones pueden ser tomadas como los últimos intentos desesperados de un régimen que buscará, de la forma que sea, seguir en el poder. Es por eso que las principales consultoras, si bien prevén una supuesta victoria de Urrutia, consideran que sus mediciones no sirven como pronóstico electoral ante la posibilidad de que haya fraude.
Solo queda esperar a ver cómo se manifiesta Venezuela, o si le es permitido manifestarse.
Escrito por: Cáceres Matías