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Hace algún tiempo, Cristina Fernández de Kirchner aseguró que su nombre no estaría en ninguna boleta. Semanas después, el expresidente Mauricio Macri tomó la misma decisión y la comunicó mediante un video en sus redes, en lo que para sus seguidores fue “un acto histórico de humildad” y para el común de la sociedad no fue más que un “no le daban los números”.

A través de su cuenta de Twitter, esta semana el actual Presidente de la Nación, Alberto Fernández, anunció su decisión de no competir por la reelección. De esta forma, se convierte en el segundo presidente desde la vuelta a la democracia que no intenta ser reelecto, después de Fernando de la Rúa. A excepción de ellos dos, todos los presidentes de la última etapa compitieron por la reelección y, salvo en el caso de Mauricio Macri, todos lo consiguieron.

Suena extraño que Alberto plantee como un acto de humildad el hecho de bajarse de una candidatura que hubiese estado perdida desde el principio. ¿Por qué razones estaría perdida? Porque no solo no tiene el apoyo de la sociedad, sino que tampoco el de su propio espacio, en el que no tiene poder alguno.

Ahora bien, el video en el que renuncia a su posibilidad de ser reelecto tiene otros detalles importantes además del anuncio en sí. Uno de ellos, y quizás el más importante, es que volvió a resaltar que hará todo lo posible para que haya una PASO dentro del Frente de Todos y que los candidatos no se designarán a dedo.

Esto genera un abanico muy amplio de posibilidades dentro del espacio oficialista; desde el sector más kirchnerista del gobierno, se plantea a Wado de Pedro como posible candidato, aunque el Ministro del Interior no se mostró jamás decidido a ser el candidato a la presidencia. Quien sí manifestó sus intenciones en reiteradas ocasiones es Juan Grabois, quien se mostró recorriendo constantemente el país y apareciendo más de lo normal en los medios de comunicación explicando su innovadora propuesta con la consigna de “Tierra, Techo y Trabajo”. Además, desde esa misma ala del gobierno siguen intentando que Axel Kicillof, quien sería el referente nacional mejor posicionado, sea el candidato a presidente, pero el actual gobernador de Buenos Aires quiere ser candidato nuevamente en su distrito, ya que tiene muchas chances de ser reelecto.

Por otra parte, Daniel Scioli parecía ser el candidato del “albertismo”, aunque el exgobernador de la provincia de Buenos Aires faltó al acto en el que los dirigentes más cercanos al presidente acompañaron a Victoria Tolosa Paz, en una puesta en escena en la que este sector quiso demostrar que presentará a sus candidatos o que al menos quiere ponerse en una mejor posición a la hora de negociar, y parece que quiere hacer su lanzamiento de la mano de Kicillof. Quien sí se hizo presente es Agustín Rossi, actual Jefe de Gabinete, quien también quiere ser candidato respaldado por la figura del presidente, que le resta más de lo que puede sumarle.

Como tercera vía, se encuentra la posibilidad de que Sergio Massa sea el candidato de consenso entre ambos sectores, pero esto parece estar enfriándose por dos motivos. El primero, visible para todos, es que los números en la economía no acompañan. Desde que Massa se hizo cargo del Ministerio de Economía, no pudo solucionar los principales problemas de la sociedad y la inflación del último mes fue del 7,7% y el dólar blue está llegando a los $450. Por otro lado, candidatos como Daniel Scioli, quien además tiene una muy mala relación con Massa, y Juan Grabois, no parecen tener la intención de bajarse de sus candidaturas. Todo parece indicar que habrá una PASO dentro del oficialismo.

Con este anuncio, la sociedad puede estar tranquila de que, a partir de este año, dejará de tener un presidente que, además de tener una pésima gestión en lo económico, generar una crisis sanitaria en la pandemia y afianzar la relación con países como Venezuela o Nicaragua mientras hacía lo contrario con países prósperos de la región, fue un presidente que las únicas veces que ejerció el poder que le otorga su puesto fue para vacunar a sus amigos frente a la crisis sanitaria antes que a las personas de riesgo o para festejar el cumpleaños de su pareja mientras todo el país estaba encerrado y llorando seres queridos. Fue un presidente que nunca le habló al pueblo argentino porque estuvo más preocupado por tener la aprobación de su vicepresidenta que por solucionar los problemas que atraviesa la sociedad y que, cuando le habló al pueblo, fue para reírse de él, como en su famoso dicho de que no era un delito colarse en la fila, mientras que miles de médicos ponían el cuerpo y el alma día a día para hacerle frente a la pandemia.

Ya es una certeza, entonces, que luego del 10 de diciembre, el prescindente Alberto Fernández dejará su presidencia testimonial, que primero fue de Cristina y ahora es de Massa, para que otra persona se haga cargo del desastre que deja este gobierno.

Por: Tomas Ingoglia

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