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Un fantasma recorre la universidad

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Ya tuvimos esta discusión en abril, Roberto. A las universidades las están desfinanciando y te quieren hacer creer que no existe tal cosa. O peor, que está justificado.

El Gobierno dice priorizar la educación y  la claridad en el manejo de recursos, pero, al igual que con los comedores populares, su solución a la corrupción es simplemente no mandar recursos. No hacen algo productivo; simplemente no hacen.

El Ministerio de Capital Humano publicó 7 argumentos que pretendo debatir no para convencerte de nada ni para que estés de mi lado, sino para que al menos tratemos de tener realmente las mismas prioridades cuando hablemos de universidad pública. Después podés decidir si estás de acuerdo conmigo o no.

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  1. Rechazo del aumento ofrecido

El Gobierno propuso un 6,8% (1% de aumento mensual acordado previamente en paritarias universitarias, más un 5,8% únicamente previsto para el mes de octubre).

¿Por qué los docentes lo rechazaron, entonces? Porque este aumento no solo no recompone la pérdida de poder adquisitivo que vienen teniendo los salarios universitarios (entre 35% y 55% según el Consejo Superior de la UBA), sino que no ofrece previsibilidad a largo plazo; en solo un par de meses, la inflación vuelve a comerse ese aumento y los docentes volverán a estar en la misma posición.

  1. Mala administración de fondos

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(Extracto de publicación del Ministerio de Capital Humano en Instagram)

Se jactan de un aumento del 270% en el presupuesto universitario y te lo dicen en millones de pesos para engrandecer su hazaña. Sin embargo, no te dicen que ese 270% de aumento no fue sobre el total del presupuesto universitario, sino solo sobre los gastos de funcionamiento, que representan menos de un 15% de los gastos totales de la universidad. El resto del presupuesto implica salarios docentes y no docentes, que no fueron aumentados en todo el año.

  1. No se dejan auditar

La Ley de Financiamiento Universitario que vetó tu presidente ya abarcaba mecanismos de control y evaluación. Pero de forma muy estratégica y agarrada con pinzas, el Gobierno quiere hacer que las universidades auditen “voluntariamente”, ofreciendo acuerdos con la SIGEN.

La SIGEN es un organismo de control que depende del Presidente de la Nación. Pero la ley 24.521 art. 59 bis establece que el organismo de control externo encargado de esta tarea de manera “directa e indelegable” es la Auditoría General de la Nación.

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Cómo funciona la AGN? La misma determina anualmente qué universidades (y otros organismos estatales) y en qué períodos de tiempo se van a auditar. Este plan anual debe ser aprobado por el Congreso en una comisión mixta (de diputados y senadores). Si no hubieron auditorías desde la AGN en esos años, fue por este mecanismo. De igual manera, existen auditorías internas y externas de las universidades que se hacen permanentemente.

La auditoría de la AGN no tiene una periodicidad establecida y se hace “ex-post” (de forma posterior al ejercicio analizado), a diferencia de las auditorías de la SIGEN, que son “concomitantes” (se hacen con la gestión en curso).

Si insisten en la sospecha de corrupción, con los recursos que tienen, podrían hacer la investigación y denuncia correspondiente. Yo aún no veo ninguna.

El control a las universidades no puede estar bajo el poder ejecutivo porque esto violaría su derecho a ser autónomas. Lo que está haciendo el Gobierno es, por un lado, instalar el discurso de que en las universidades todo es corrupción y que por eso no quieren auditar ante organismos del Poder Ejecutivo (SIGEN), y, por el otro, intentar manipular a las universidades a que acuerden auditorías “voluntarias” a cambio de financiamiento. Algo muy parecido había pasado con aquellos gobernadores que buscaban obstaculizar el paso de la Ley Bases.

Encontraron el hueco legal en el que pueden controlar desde el poder ejecutivo a las universidades, mediante los controles “voluntarios”, y pisando todos los procedimientos constitucionales para ello. Javier Milei, a pesar de proclamarse el destructor del Estado, parece estar muy cómodo con la centralización de poderes y que todo esté subordinado a su figura presidencial.

  1. El costo de financiar estudiantes extranjeros en la carrera de medicina

Este es un debate complicado que no tiene nada que ver con la marcha federal universitaria, pero que igual lo vamos a abordar.

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Convenientemente hablan solo de la carrera de medicina en vez del porcentaje total de alumnos extranjeros en todo el país (menos del 5%), que se corresponde con los porcentajes poblacionales de habitantes extranjeros (6%), sean estudiantes o no.

Con esto, el Gobierno solo pretende confundir dibujando estadísticas sin contexto y seleccionando qué números mostrar para que odies la universidad y sientas que es injusta.

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¿Así que con tus impuestos estudian extranjeros? ¿Cuáles impuestos, Roberto? ¿El IVA, que pagan ellos también al consumir cualquier producto? ¿Impuestos municipales, que pagan ellos también por su vivienda? ¿La seguridad social que pagan todos los que trabajan en blanco? ¿Impuestos bancarios, que también pagan ellos al hacer transacciones? Decime, ¿qué impuestos pagás vos que un extranjero residente de Argentina no pague también?

No sé qué opinión tendrás vos, amigo mío, pero si el prestigio regional de nuestras universidades atrae personas de países vecinos, yo creo que es motivo de orgullo, no de resentimiento.

Al Gobierno le preocupan los estudiantes extranjeros pero, mediante el RIGI, deja el camino llano a empresarios extranjeros para que vengan a “invertir”, sin obligación de generar trabajo ni fomentar producción local y pudiéndose llevar sus ganancias en dólares al extranjero, sin dejar nada para la Argentina. ¿Esos extranjeros no molestan, no?

  1. Regularidad académica

Un fantasma recorre la universidad pública… el fantasma del alumnado.

Bajo el argumento de la regularidad, instalan la idea de que existen alumnos fantasmas. Estos serían creados para cobrar más, pero la idea no se sostiene porque ninguna universidad actualmente cobra en función de la cantidad de alumnos.

Yo sé que no te va a interesar mucho esta parte, pero prestame atención, porque después dicen barbaridades.

El Gobierno dice que “el 60 % de los alumnos no son regulares y el 38% no tiene información clara sobre su actividad académica”.

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Vamos por partes, Roberto, porque sino te me vas a marear:

¿Qué es ser regular? La regularidad es simplemente una forma más de transitar la universidad  que implica, dependiendo la universidad, determinada cantidad de exámenes rendidos o materias cursadas y aprobadas durante un año. La regularidad en una materia dura entre 2 a 4 años dependiendo la universidad y con posibilidades de renovación, lo que explica que un alumno, por ejemplo, se anote a una materia en un año y no rinda examen en todo ese período.

Los alumnos que no son regulares pueden igualmente rendir exámenes y avanzar en su carrera bajo la categoría de alumno libre, que puede o no ser diferente de la evaluación del alumno regular.

Medir el rendimiento del alumnado solo en base a las materias que cursa y aprueba, aunque típico del gobierno libertario, es reduccionista, ya que en la universidad se hace mucho más que cursar materias. Los alumnos participan de instancias de formación, grupos de estudio e investigación, trabajan, son ayudantes de cátedra, debaten, escriben y producen de distintas formas. Todo eso hace a la riqueza del conocimiento que se genera en la universidad y que no es medible en graduados y aprobados.

Seguimos con la segunda parte del enunciado:

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Evidentemente, la tendencia de análisis simplista del Gobierno abarca todas las aristas cuando se trata de la universidad.

Una característica muy importante de las universidades públicas es su acceso irrestricto. Esto significa que cualquiera puede inscribirse en una carrera y en las materias que quiera y considere. Seguramente lo viviste, Roberto. La elección de una carrera es un momento difícil en la vida de muchos adolescentes y no siempre la hacen bien. Se dan cuenta de esto a mitad de año, a los dos años de cursada o inmediatamente después de inscribirse, por lo que cambian de carrera. Son libres de ir y venir, hacer y deshacer como consideren, porque es un proceso de construcción de futuro muchísimo más laxo y menos estructurado que el paso por la secundaria.

Todo esto explica la falta de claridad sobre las situaciones académicas de alumnos inscriptos, que se concentra, sobre todo, en los primeros años de todas las carreras.

  1. Impacto de la equidad

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Los alcances de la universidad son motivo de debate desde siempre. Absolutamente todas están atravesadas por estos temas y se busca, desde el estudiantado y las autoridades, erradicar la mayor cantidad de obstáculos para que las clases menos privilegiadas puedan acceder.

Por ejemplo, hay diversos programas de becas, ofertas de trabajo part-time y pasantías pagas, comedores universitarios a precios bajos, etc. Todos ellos recursos para, de alguna manera, aumentar las posibilidades económicas de estudiar.

Estas medidas deben estar acompañadas por políticas del Gobierno, como subsidios al transporte o directamente la mejora de la calidad educativa en secundaria, para asegurar la buena inserción y continuidad universitaria. Son cuestiones básicas para garantizar el acceso, mas no todas ellas son responsabilidad de las universidades, como te lo quieren hacer creer. Y aunque fuera así, la solución no es fomentar el éxodo docente con salarios bajos, sino crear, tanto desde las rectorías universitarias como desde el Gobierno, planes educativos que maximicen las posibilidades de inserción.

  1. Transferencias en tiempo y forma

Este último punto, así como otros, nada tiene que ver con el foco del debate. ¿Te acordás cuando ibas contento con tu mamá a contarle que te habías sacado un 10 en una prueba? Ella seguro te decía que eso es lo mínimo que se espera de vos, ya que esa era tu responsabilidad. Este argumento del Gobierno me recuerda mucho a esa situación. ¿Qué podemos esperar y exigir del Gobierno más que eficiencia en la entrega de recursos? Me gustaría decir que eso es lo único que hacen bien, pero ni siquiera. Salen orgullosos de su velocidad para transferir plata (que no alcanza) al mismo tiempo que se les pudren alimentos para el pueblo en galpones olvidados.

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En los primeros 7 meses de Gobierno, los salarios docentes y no docentes cayeron alrededor de un 30%. La segunda marcha universitaria se trataba de un reclamo por una recomposición salarial que ni siquiera iba a estar por encima de la inflación.

Ya sé, mi querido amigo, a veces hay plata y a veces no la hay. El ajuste era inevitable. No es cuestión de ajuste sí/ajuste no, sino una cuestión de prioridades, de qué modelo de país queremos tener.

En tiempos de crisis, lo que elegimos cuidar demuestra nuestros valores. Mientras el Gobierno festeja superávit fiscal, recorta a docentes y jubilados. ¿Esas son tus prioridades? ¿Esos son tus valores? Los míos no.

Escrito por: Gaitan Lucia