Cuando hablamos de ciencia, no solo nos referimos a descubrimientos e invenciones; hay más que solo eso. Ampliar el conocimiento y buscar aplicaciones para los nuevos desarrollos son las actividades troncales de las áreas de estudio científicas. No obstante, debe existir una estructura que sustente y respalde al ciclo mencionado.
Esta estructura, así mismo, no se trata solo de instituciones, gobiernos, presupuestos y educación: también es de vital importancia la cuestión de principios, ya que es en estos valores estructurales que nos encontramos con la responsabilidad.
He hablado en anteriores artículos de la importancia e influencia de este factor, en el cual reside la diferencia entre usar un mismo descubrimiento para hacer el bien o hacer el mal. Aunque podamos llegar a pensar que este principio debe establecerse en otros ámbitos -como el político o empresarial- y no en el científico, debemos recordar que la ciencia es idéntica al resto de sectores en un aspecto: es llevada a cabo por humanos, con ideologías e intenciones tan humanas como cualquiera de las que nosotros tenemos.
No faltan casos que ejemplifiquen los efectos de la falta de responsabilidad en el ámbito. Ahora bien, ¿qué se hace para promover la responsabilidad científica?
Un gran ejemplo son las Conferencias Pugwash sobre Ciencia y Asuntos Mundiales. Estas conferencias, realizadas a partir de 1957, tienen el objetivo de concientizar y dar razones de la importancia del desarme nuclear y de otras armas de destrucción masiva, así como también promueven el uso responsable de otros desarrollos.
Este foco en el desarme nuclear se debe a la influencia del Manifiesto Einstein-Russell, de 1955, sobre los fundadores de esta organización. Es en este manifiesto, pactado entre Albert Einstein y el filósofo Bertrand Russell, que se expresa la necesidad del desarme nuclear y de bombas H para evitar desastres, como los ocurridos en Hiroshima o Nagasaki, e incluso otros de mayor escala. El mismo inicio del manifiesto promueve la creación de conferencias como las de Pugwash: “Ante la trágica situación que enfrenta la humanidad, creemos que los científicos deben reunirse en una conferencia para valorar los peligros crecientes que se desprenden del desarrollo de las armas de destrucción masiva”.
Desde su primera conferencia en 1957, en Pugwash -de ahí su nombre-, se han realizado más de 400 reuniones y su influencia les ha hecho merecer el Premio Nobel de la Paz, en 1995.
Un dato no menor es que, el pasado 18 de septiembre, Karen Hallberg fue elegida como Secretaria General de estas conferencias. Karen es una física argentina que, actualmente, es profesora en el Instituto Balseiro -ubicado en la ciudad de San Carlos de Bariloche- y es miembro del Centro Nacional de Energía Atómica. Su reconocimiento en el ámbito viene por sus trabajos científicos, así como por sus logros académicos, mereciendo diversos premios y galardones.
Luego de ser nombrada para este puesto, expresó lo siguiente: “En mi vida profesional, siempre me he dedicado tanto a la ciencia como a la seria responsabilidad ética de ser científico. Trataré de cumplir con mis deberes con integridad, responsabilidad y compromiso, aprovechando la amplia red, la experiencia y la justificación científica de Pugwash para enfrentar la variedad de desafíos globales. Estamos atravesando un período extremadamente peligroso, con amenazas planteadas por los peligros nucleares mundiales, los conflictos regionales, las tecnologías disruptivas, las armas químicas y biológicas y muchas otras dimensiones de seguridad en la intersección de la ciencia y la sociedad.”
Es importante destacar la importancia de estas conferencias en el marco global. Acentuar el uso responsable de las nuevas tecnologías y descubrimientos es necesario para un futuro próspero, aprovechando estos desarrollos para el beneficio de las sociedades.
Escrito por: Dorsch Santiago