Si hablamos de la energía producida por los núcleos atómicos, probablemente se les venga a la cabeza estas 3 ciudades: Hiroshima, Nagasaki y Chernóbyl. No serán los mejores ni únicos ejemplos para hablar de la energía nuclear, pero si son de los más llamativos y conocidos.
Estos lugares vivieron en primera piel los devastadores efectos de esta energía en su forma menos controlada. Por un lado, nos encontramos con las 2 ciudades niponas que afrontaron la detonación de bombas nucleares, el 6 y 9 de agosto de 1945, respectivamente. Por el otro, tenemos a una ciudad ubicada en la actual Ucrania, en la cual se desencadenó el desastre nuclear más grande de la historia, en 1986.
La gravedad de estos hechos hechos no aumenta ni disminuye por la cantidad de muertos que haya habido. No obstante, la cifras son abrumadoras: se estima que 210.000 personas perdieron la vida producto de las bombas Little Boy y Fat Man, como también alrededor de 47 personas murieron de forma directa en el desastre ocurrido en Chernóbyl -sin contar los afectados por la radiación-.
A pesar de estos catastróficos desenlaces, la actualidad de estos 3 lugares es un tanto diferente. Mientras que en Hiroshima y Nagasaki viven un total de 1,5 millones de personas, en los alrededores de Chernóbyl solo viven algunas. En cuanto a los niveles de radiación, en las ciudades japonesas poseen niveles normales, mientras que en Chernóbyl se calcula que deberán pasar unos 20.000 años para alcanzar niveles estándares. Si ambos lugares tuvieron pasados radioactivos, ¿qué ocurrió para que haya esta abismal diferencia demográfica y radioactiva?
Si bien la fusión nuclear es el común denominador en estos sucesos, la forma en la que ocurrió en cada caso explica el presente de estas ciudades. La diferencia entre los casos radica principalmente en el consumo del material radioactivo, como así también en su expansión y cantidad.
Pasemos a algunas cifras. Mientras ambas bombas nucleares poseían una masa de material fisionable de 6.4Kg (Fat Man) y 64Kg (Little Boy), en Chernóbyl había 180 toneladas de material.
Por otro lado, la mayor pureza del material fisible en las bombas permitió una reacción potente pero rápida, reaccionando la mayoría del material en el preciso momento en el que las bombas fueron detonadas. Esto no ocurrió en Chernóbyl, donde la pureza era mucho menor, ralentizando la desintegración nuclear, prolongándola en el tiempo.
Por último, el hecho de que las bombas hayan sido activadas en el aire, mientras que el accidente en Chernóbyl ocurrió a nivel del suelo, es un dato importante a considerar. Los restos radioactivos de las bombas bien fueron disipados en la atmósfera, en tanto que la central soviética dejó material radioactivo en el suelo, extendiendo su permanencia en el lugar.
Estos son los puntos clave que diferencian a ambos sucesos históricos. Sus dispares presentes muestran la variedad de factores que entran en juego a la hora de analizar esta energía.
Hechos como estos nos recuerdan que la curiosidad, la precariedad laboral y la ambición pueden llegar a lugares difíciles de imaginar. El poder de esta energía convierte a su portador, como bien expresó un tal Robert Oppenheimer, en un destructor de mundos. Le faltó aclarar que, aunque podemos destruir mundos enteros, por ahora solo vivimos en uno solo.
Escrito por: Dorsch Santiago