En estos últimos días, de manera conjunta el ministro de Justicia, Mariano Cuneo Libarona, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anunciaron un nuevo proyecto de ley para bajar la edad de imputabilidad en Argentina a los 13 años.
El proyecto será presentado al Congreso duranta estas semanas, con el fin de “evitar la impunidad de los crímenes cometidos por menores”, aseguraron los ministros en su última conferencia de prensa.
Esta iniciativa “combatirá el crecimiento persistente de la criminalidad juvenil, ya que se sabe del aprovechamiento que tiene el crimen organizado sobre los adolescentes para delinquir sin ningún tipo de restricciones, evadiendo responsabilidades penales”, agregaron los políticos.
Nuestra ministra de Seguridad remarcó lo siguiente: “Día importante para el país para tantas familias que perdieron a sus hijos a manos de un menor. Ese menor, después de un delito, volvió a su casa como si nada hubiera pasado. Que no tengan condena es la peor condena como país. Si no se reduce la criminalidad juvenil, es imposible un desarrollo sostenible y la cohesión social de la Nación”.
Foto del homicidio del playero, Bruno Bussanich, asesinado por un adolescente de 15 Años
Después de este crimen, a través de la plataforma “X” (ex Twitter), el presidente retuiteó un mensaje de Bullrich, el cual decía: “El que las hace, las paga”. Y en este mismo marco, fue donde se expresó el, en aquel entonces vocero (ahora secretario de Estado), Manuel Adorni, dejando la frase “Delito de adulto, pena de adulto”, la cual, actualmente, acompaña los posteos de la ministra en Instagram cuando presentó el dicho proyecto de ley en papel.
Para los que tienen dudas sobre cómo va a estar quien es prácticamente un niño en la cárcel, algunos datos sobre lo que detalla y promete el proyecto son:
Un último dato a tener en cuenta, antes de contextualizarnos en el tópico de educación, es que el régimen actual que existe sobre la imputabilidad está vigente desde 1980 y no ha sido reformado. “Así como está es ilegítimo, insatisfactorio. Es incuestionable que el chico de 13 años de ahora no es el mismo que el de esa época. Nadie puede decir que no puede tener conciencia de lo que hace a esa edad”, aseguró el ministro Cuneo.
Y ahora, la pregunta general de este artículo: ¿Qué le depara a la educación carcelaria?
Desde el lado político-educativo, ninguna entidad exclusivamente educativa se pronunció sobre este tema. Si bien se sabe que el desarrollo de la ley va tardar unos meses, no podemos dejar de pensar en que a esa edad, los chicos deben estar en un aula. No obstante, en este caso van a estar en una celda, así que podemos decir que tiempo para estudiar van a tener de sobra dentro de esas cuatro paredes; cuatro paredes como en las que mataron a Bruno. Qué irónico, ¿no?
Pongamos en contexto cómo funciona la educación carcelaria actual, o mejor llamarlo por su nombre, Modalidad de Educación en Contextos de Encierro (ECE).
La ECE es un sistema educativo que garantiza el derecho a la educación de las personas privadas de libertad, promoviendo su formación integral y desarrollo pleno. Este derecho no puede ser limitado ni discriminado, y debe ser comunicado a todos los reclusos desde su ingreso. La Resolución del CFE 127/10 establece que la ECE atiende a personas en cárceles, centros socioeducativos para jóvenes infractores, centros de tratamiento de adicciones y cualquier otra institución que prive de libertad a los individuos.
También coordina con actores institucionales para implementar proyectos educativos y culturales, optimizar recursos y superar obstáculos. Sus objetivos, dictados por la Ley Nacional de Educación N°26206/06, incluyen garantizar la escolaridad obligatoria, ofrecer formación técnico-profesional, facilitar el acceso a la educación superior y desarrollar alternativas de educación no formal.
Desde el lado educativo, lo dictan sus apartados en la ley. El plan es existente y más que claro; por ende, debe cumplirse sin ningún tipo de reforma.
En las cárceles, tener un sistema educativo no es nada nuevo. Existe hace mucho tiempo para los reclusos que quieren terminar sus estudios y reincorporarse, solo que ahora a este sistema se le van a sumar personas de menor rango etario, que no debería ser nada nuevo tampoco para ellos, ya que en esas edades deberían esta en la escuela. Pero cierto, no hablamos de niños, hablamos de delincuentes.
El único problema del que me puedo pronunciar sobre estas edades en una cárcel es que la influencia sea aún peor que en las calles. Y es que vamos a admitirlo, el contexto carcelario argentino tiene sus alteraciones y vacíos, pero, si estuvieron atentos al artículo, cuando contextualicé la nueva ley, esta misma habla de espacios apartados y personas seleccionadas para esta clase de nuevos convictos, por lo cual su educación debería seguir siendo la misma que reciben todos los argentinos.
Estamos a la espera de que se pronuncien entidades educativas sobre este tema. De mi lado, como escritor, expreso mi total acuerdo con esta ley, esperando que se desarrolle en óptimas condiciones, ya que no solo va contribuir a combatir el crimen, sino que va a contribuir al desarrollo como sociedad civilizada y dejar de normalizar a juventudes matando como si nada pasara. Esta ley va a lograr una mejoría en otros aspectos, como el narcotráfico, homicidios y demás, que lo vamos a charlar en detalle en un siguiente artículo.
Estoy seguro que alguna vez escuchamos o dijimos como pequeños ingenuos que ir a la escuela es como ir a la cárcel. En este caso, la cárcel al fin les va a dar escuela a todos aquellos adolescentes que, en vez de estar en un pupitre con una lapicera, prestando atención a un maestro, estaban en la calle con un arma, prestándole atención a un narco.
“Educar a los niños y no será necesario castigar a los hombres”, dijo Pitágoras en sus tiempos. En los nuestros, tenemos que castigar a los niños con educación, para que, con suerte, se vuelvan buenos hombres.
Escrito por: Torrens Màximo