La incorporación de la educación financiera en las currículas argentinas es una lucha constante: en ninguna escuela común de nuestra nación se tiene una materia pura y exclusivamente dedicada a la educación monetaria y financiera.
De por sí, los adultos, quienes son nuestros padres hoy en día, no tuvieron este tipo de educación, sino que fueron autodidactas en este mundo y poco a poco fueron entendiendo cómo funcionaban las tarjetas de crédito, qué es un bono o cómo se invierte en acciones.
Actualmente, la CNV (Comisión Nacional de Valores), organismo encargado de la promoción, supervisión y control del mercado de capitales, habilitó las inversiones en niños a partir de los 13 años, lo cual es un súper avance en la materia, nadie lo discute.
Pero, como cualquier materia, si uno no la estudia, va a llevársela a febrero. Claramente, eso no es lo que queremos, pero, ¿no resulta un poco incoherente? Solo imagínenlo: un estudiante de unos 13/14 años sacando un préstamo, pensando que esto es dinero que cae del cielo y a los meses se entera que tiene que devolverlo, y encima el doble de lo que pidió. Sin embargo, en la norma de la CNV se les prohíbe a los menores a tomar prestado dinero de terceros.
Dejando a un costado a nuestra nación, me gustaría mencionar casos exitosos y bien organizados sobre el tema de la educación financiera y observar, además, los límites que han impuesto a la hora de que los jóvenes puedan utilizar los beneficios financieros.
Hablo precisamente de Estados Unidos e Inglaterra, en los cuales, aparte de tener materias de cómo utilizar los bancos, las inversiones y todo lo que relacionado al dinero en general, las normativas son distintas a las que plantea Argentina. En estos dos países, las cuentas, aparte de habilitarlas los padres, también las manejan ellos y siempre la inversión y el ahorro tiene un fin preciso. Por ejemplo, se les permite ahorrar para su propia educación, pero no para comprarse un celular, sino para pagar las inscripción a sus universidades en años próximos.
Luego de mencionar los casos exitosos, ¿dónde hay que mejorar para que todo esto no suceda? En nuestro sistema educativo, lógicamente, mencioné la lucha constante de incluir materias de educación financiera en nuestras currículas, y es que por favor, la educación tiene que ser la misma para todos en estos aspectos, no que solo obtenga estos conocimientos básicos aquel que va una escuela la cual se enfoque en economía.
Estamos pidiendo conocimientos básicos desde una edad temprana. No es nada loco ni fuera de la común. A la par de que, si esto se aplicara, ¿cuántas son las personas que se incentivarían en la economía? ¿Cuántos se darían cuenta que la pasión por estos está? No hay un punto malo en incluir esto, ¿que más se puede pedir? Conocimientos básicos, incentivos y ciudadanos críticos. Hagamos que esta lucha sea visible y logremos que la educación argentina tenga todas las herramientas claves para que nuestros jóvenes se vuelvan adultos claves en la sociedad.
Por otro lado, hablando de forma técnica de la parte financiera, económica y regulatoria específica de esta flamante resolución de la CNV, debemos aclarar cuál fue la razón o el objetivo que persigue el organismo para tomar esta decisión de permitirle a adolescentes de entre 13 y 17 años operar en los mercados financieros. En principio, según palabras del presidente de la CNV Roberto Silva, el objetivo que persigue esta resolución es inmiscuir a los jóvenes en un sistema seguro, regulado, registrado y visible para el Estado, y sacarlos del ámbito descentralizado, como son las casas de apuestas o las criptomonedas. Es decir, el fin de la norma no es que un joven de 14 años se convierte en un trader de Wall Street, sino posibilitar que destine los ingresos que le dan sus padres a una actividad segura, regulada y registrada ya que, según datos del Informe de Inclusión Financiera elaborado por el BCRA, el 55% de los jóvenes entre 13 y 17 años (2 millones aproximadamente), tiene una cuenta bancaria o billetera virtual, y lo que sucede es que ese dinero que tienen en sus cuentas se destina a veces a actividades no registradas, por lo que la CNV prefiere que lo destinen a actividades seguras y reguladas antes que a riesgosas y descentralizadas, que personalmente consideramos que es un punto muy acertado y un fin muy beneficioso para la sociedad el que busca propender la Comisión Nacional de Valores.
Yendo al apartado específico de lo que dice la norma, los jóvenes únicamente podrán operar Bonos, Acciones y Cedears, por lo que no podrán operar derivados financieros y otros instrumentos riesgosos como la deuda, es decir, los jóvenes NO PODRÁN TOMAR PRESTADO DINERO DE TERCEROS. Además, el joven necesitará la autorización de sus padres para abrirse una cuenta comitente en una ALYC (app donde se opera) para así poder invertir. Cabe aclarar, para los que no conocen el Mercado, que las ALYCs brindan asesores financieros certificados a TODOS sus clientes. Es decir, cuando usted quiera hacer una inversión, un asesor financiero certificado por la CNV lo aconsejará sobre lo que deba hacer, porque obviamente los ciudadanos de a pie no son expertos en el mercado y, si inverten sin conocimiento, lo más probable es que no le saquen una rentabilidad a sus ahorros e incluso pierdan dinero.
Un último punto a tener en cuenta es si en otros países se les permite a los menores invertir en el mercado. Yendo a la cuna de los mercados financieros, es decir Estados Unidos, allí no se les permite a los jóvenes operar hasta los 18 años (como era antes aquí). Por lo que concluimos que la medida de la CNV es innovadora y reveladora incluso para el mundo entero. Por ende, la pregunta obvia, al no tener referencia internacional sólida, es si la medida, es buena o mala. Bueno, desde nuestro punto de vista, en el caso de que se instrumente bien, la seguridad y límites que tenga el menor para operar estén correctamente establecidos, y se promulgue una campaña de educación financiera exhaustiva, la medida podría ser muy beneficiosa. Sin embargo, si esto no es así, podría ocasionar muchos problemas, aunque sostenemos que no hay peores que los ocasionados por las apuestas online y las plataformas de criptomonedas descentralizadas. Por lo que concluimos que, si la resolución se materializa de la manera debida, esta tiene más pros que contras para ofrecerle a la sociedad en su conjunto.
Escrito por: Torrens Màximo y Varela Alvaro