Hace ya varios años que en los jóvenes argentinos se presentan de manera repetitiva distintos tipos de trastornos alimentarios (las estadísticas actuales muestran que un 15% de la población padecen de los mismos). Hoy en día, los trastornos de alimentación más frecuentes son la anorexia, la bulimia y la vigorexia.
Dichas alteraciones son extremadamente perjudiciales para la salud y afectan distintos aspectos de la persona que lo o los padece, pero principalmente perjudican el proceso de aprendizaje de un estudiante porque, si cualquier persona no se alimenta de manera adecuada, no puede adquirir los nutrientes necesarios para poder desarrollar sus procesos internos, por lo tanto, tampoco puede aprender. No está de más decir que tampoco puede realizar actividad física, que es fundamental para la salud.
Los mismos son producidos por diferentes causas como, por ejemplo, la presión social (estereotipos), la baja autoestima, un desorden emocional y/o la falta de información y conocimientos acerca del tema.
Principalmente, quiero enfocarme en el último punto, la falta de conocimientos. La mayoría de jóvenes que padecen algún trastorno alimentario, y también los que no los sufrimos, carecemos de cierta información esencial para llevar una vida estable y sana. Por esta razón, yo creo que en las escuelas (tanto algunos grados de nivel primario como todo el secundario) se deberían implementar, en conjunto con la materia educación física, charlas sobre nutrición, ya que es el lugar en el que los adolescentes pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, y además es un espacio destinado al aprendizaje. Pero, ¿por qué en conjunto con educación física?
Porque yo creo que el deporte está muy ligado a llevar un estilo de vida saludable, al igual que lo está el alimentarse correctamente. Así mismo, los deportes estimulan y mejoran tanto la salud física como mental.
¿Cómo sería la metodología a llevar a cabo?
Primero, se deberían buscar personas capacitadas correctamente para dar las charlas, como por ejemplo, nutricionistas. Pero para mí la mejor opción sería capacitar primero a docentes que trabajen en el mismo establecimiento (principalmente a los profesores de educación física, debido a que a mí parecer tienen una buena base relacionada al tema). Al mismo tiempo, un docente ya cuenta con las capacidades pedagógicas para poder enseñar, por lo que sería más fácil hacer llegar la información a los jóvenes estudiantes.
Yo creo que las charlas no tendrían que ser necesariamente todas las semanas, porque la idea es que no sea una sobrecarga para los estudiantes y profesores ni para el establecimiento educativo. Con que sean una vez al mes o cada 15 días sería excelente.
¿Para qué servirían dichas charlas?
Serían útiles para que los jóvenes podamos obtener más información acerca de qué es lo que nos aportan los alimentos que ingerimos cotidianamente, cuáles son perjudiciales para la salud y cuáles nos benefician. Esto no quiere decir que se terminen los trastornos alimentarios, pero sí se podrían prevenir algunos casos y aportar información relevante a los jóvenes.
Por: Federica Raminger