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Arte

Los ecos del deseo

¿De dónde venís?

Del amor y del mar, pues, estoy en sus raíces.

De donde el que me guía late cada vez más fuerte.

El pulso del deseo que me cuenta por dónde ir. Preguntarle a las palabras cuál era el fin de su unión; pedirle permiso al fuego y perdón al mar.

De ahí vengo yo. Suelo no ceder ante el básico sentido común, pero no por porfiada; a veces, simplemente me gusta encontrar otras maneras.

Como no suele suceder, hace no mucho se pusieron de acuerdo las olas de fuego y el fulgor del mar, facilitándome todo.

Antes era muy complicado…  y más para el otro… porque sé, como dijo alguien alguna vez, “los dolores que quedan son las libertades que faltan”.

Era una prueba de fuego para el «te quiero» de afuera.

Pero ahora tengo un objetivo; un propósito por el cual debo hacerme entender y escuchar.

Es el deseo mi impulso diario.

Deseos de todo calibre, traducidos en apetitos de todo tipo. Deseo de ser, de estar, de crecer, de amar. El deseo hace que nuestras pieles irradien una especie de electricidad; difícil de explicar, pero que estoy segura que la mayoría experimentó. El deseo es, en definitiva, el rasgo más distintivo que puede tener una persona. ¿Existe algo más personal que lo que una persona desea con su alma?

Escrito por: Ugartemendia Maite