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Las SAD en el fútbol argentino

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Las SAD en el fútbol argentino

Hacía mucho que no hablábamos, amigo querido. Hoy te escribo nuevamente, pero no para explicarte nada, sino para entender y pensar juntos lo que queremos. Después de todo, soy una mina hablando de fútbol. No creo que eso sea polémico a esta altura, ¿no?

Lo que sí es polémico es la medida que tomó nuestro presidente, a días de conquistada la Copa América. El Gobierno está avanzando en la reglamentación del DNU 70/2023, a partir del cual se permitirá la inclusión de las Sociedades Anónimas Deportivas en los clubes de fútbol. O sea, digamos, el que tiene plata puede comprar un club y hacerlo suyo, sin límite alguno.

Los funcionarios se desviven por defender el modelo, recalcando que esto elimina restricciones y que cada club gana libertad para elegir la forma en que es administrado. Pero la AFA reclamó inconstitucional esta medida, pues la obliga, en el plazo de un año, a cambiar su estatuto, firmado y avalado por sus miembros, en el que prohíbe la participación en los torneos a clubes que sean o poseen SAD. Un poco intervencionista de parte Milei, diría yo, buscar tan apresuradamente que una asociación civil modifique sus reglas ya pactadas en beneficio de un par de privados.

¿Qué significa para vos que “el club es de los socios”? Este antiguo eslogan parece perder sentido en cuanto se moldea a conveniencia. El club es de los socios porque ellos fueron los que, por generaciones, trabajaron voluntariamente, desde chapa y pintura hasta la organización de eventos y captación de nuevos socios. Son los que lo habitan día a día, los que lo transforman, los que están conectados emocionalmente con el club, los que llevan a sus hijos a practicar un deporte, los que enseñan disciplina, perseverancia y valores a los miembros más jóvenes sin una ganancia más que la simple satisfacción de ayudar a otro.

En ese sentido, la contención social es una función fundamental de los clubes en un país como el nuestro. Sacar a los chicos de las calles siempre fue la prioridad. ¿Lo seguirá siendo si privatizamos también el fútbol? Donde un jeque árabe ve un potencial negocio, vos podés ver a tus vecinos, a tu familia y a tus amigos trabajando desinteresadamente, haciendo todos su parte, mientras construyen algo colectivo.

No lo tomes de mí, tomalo de lo que piensa Ángela Lerea, una mina que sí sabe de fútbol, que habla de las dinámicas que se dan dentro de los clubes, donde cada miembro hace su parte. Desde enseñarle una disciplina a los chicos hasta pintar una pared gratis. Todo eso que construyeron los socios desde el desinteresado amor al club, se lo viene a apropiar el mismo grupo que, desde hace años, está interesado en lucrar con el fútbol argentino. Y no surge del mundo del fútbol querer transformarse en Sociedades Anónimas; son las empresas mismas queriéndose meter en el fútbol argentino.

Desde una lógica democrática, tiene sentido pensar que los que deciden son los que lo viven diariamente. Los afectados directos si al club le va bien o mal. Un socio busca lo mejor para su club en términos de que lo habita: sabe cuáles son sus problemas, lo que necesita y lo que no. Está conectado emocionalmente con el club y busca mejorar, porque eso lo llena y le brinda sentido, independientemente de que sea redituable. El club es de los socios porque votan, porque deciden sus autoridades. Si el club se convierte en SA, se termina absolutamente toda posibilidad de elegir lo que querés que pase con tu club. Dejás de ser un socio para pasar a ser un cliente. Pagar la cuota se asimila a una suscripción de Netflix, porque el club ya no es un club, es una empresa. Y no busca brindarte oportunidades, esparcimiento o contención. Busca ganancias.

Pero claro, qué importa de quién es el club mientras haya resultados, ¿no? No importa de dónde viene la plata o quién toma las decisiones si ganás campeonatos y llenás la vitrina. Decime una cosa, Roberto amigo: ¿Qué te da el club? ¿Solo vale la pena cuando tiene éxito? Yo no sabré nada de fútbol, pero estoy segura de que de eso no se trata.

¿Es realmente tan lineal, tan simple, tan cavernícola el fútbol? ¿O tiene algo más? Yo solo quiero saber y entender; no pienso darte cátedra de algo en lo que vos tenés mucha más cancha que yo. Pero temo que esto, que constituye como sujetos a muchísimas personas, pueda caer en las garras de un capitalismo mercante que no busca lo especial; no busca aportar, sino extraer y estandarizar. Nosotros, inmersos en esas formas utilitaristas de pensar, solo vemos resultados sin ver qué hay detrás de ellos.

Yo no quiero ser conservadora, no estoy encaprichada con que todo quede igual. Que nadie toque nada, que nadie cuestione nada. Busco, como todos, el progreso. Pero vale la pena pensar hacia dónde llevar el progreso y de qué forma llegamos ahí.

Si convertimos al fútbol en negocio rentable, muchísimas actividades deportivas que aportan a la sociedad y llenan de sentido vidas, pero no bolsillos, van a desaparecer. Pero tampoco quiero caer en un romanticismo falso. Yo sé que vos sabés que no todo es color de rosas.

La gestión actual y pasada de muchos clubes, aunque tal vez democrática, no siempre fue limpia. Escuche miles de conflictos en distintos clubes, desde dirigentes que operan ilegalmente, dejando deudas impagables, a corrupción en reglamentos y arbitrajes para que ciertos clubes jueguen en mejores categorías. Pero son eso, gestiones electas por los socios que pueden salir bien o mal. No es característico de las asociaciones civiles sin fines de lucro.

En cambio, en las SAD, la cosa es diferente. No existe una cosa tal como rendición de cuentas. Una vez que la empresa es dueña del club al 100%, no tiene ni que presentar balances.

No te puedo negar la realidad. Claramente no es perfecta y por eso algunos (pocos) socios están tentados a hacer lo mismo que hicieron el 19 de noviembre del año pasado: tirarse al vacío. Darle una chance a lo nuevo, haciendo la vista gorda a lo malo que puede pasar solo porque “así como estamos,¿qué más podría salir mal?”.

Pero, si me permitís opinar, la clave es pensar a futuro. Tal vez el modelo de asociaciones civiles sin fines de lucro pueda ser imperfecto, pero es el único que te garantiza cambiar las cosas si no te gustan. Si el club es de un privado, no hay garantía de cambio. Al menos no legal.

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Qué manía que tenemos los argentinos con fingirnos europeos. Tanto nos queremos parecer que nos olvidamos de las cosas que nos hacen orgullosos de ser nosotros mismos, de tener particularidades buenas y malas. Te pregunto, ¿es lo mismo hablar de fútbol en Europa que hablar de fútbol en Argentina? Miran los partidos sentados, Roberto, SENTADOS. Yo te conozco, amigo. Cuando pierde tu equipo, estás de mal humor una semana. Vos no sos un inglés. Estamos hablando de sociedades distintas, de formas distintas de vivir el deporte.

Es más, ni siquiera todos los clubes europeos que menciona Libarona son completamente SA. Y el fútbol argentino ha llegado a competencias importantes sin haber incluido capital privado en ningún momento. Si la calidad de nuestro fútbol es posible sin necesidad de clubes SA, ¿a quién beneficia realmente que no haya límites de cooptación de los clubes?

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Acá me vuelvo tibia. Y sí, tengo que serlo un poco. Los resultados no son lo único que importa, pero ganar se siente lindo. Vos bien lo sabés.

En el mundo del fútbol, parece que ese prestigio es el que después trae recursos y también hace crecer al fútbol, y viceversa. Los recursos que traen las inversiones bien hechas pueden llevarte a ganar más competencias y elevar el honor de aquel club que te da sentido y te atraviesa la vida.

No estoy absolutamente en contra de que se incluyan capitales privados a los clubes. Puede ser beneficioso para el club tener un impulso económico y, si el Estado no lo va a hacer, tiene que ser de un privado. No es lo mismo el modelo inglés (similar al que se quiere aplicar según Milei), que posibilita que las empresas posean el 100% del paquete accionario, a un modelo similar al de Alemania, que limita el porcentaje que puede ser propiedad de una empresa al 49%. Ahí estamos hablando de un porcentaje ideal, que habilita el impulso económico sin cooptar el poder de decisión de los socios, y tenemos pruebas prácticas de que los equipos bajo ese régimen han llegado lejos. Tal vez se pierda el romanticismo del orgullo nacional argentino, pero esta es una tendencia que abarca mucho más que el fútbol. No nos interesa generar algo de lo que estar orgullosos como argentinos. Solo vemos resultados, productos exitosos y a veces ni eso. A este paso, borraremos todo rastro de nosotros para “adaptarnos a lo que pasa en el resto del mundo”. Pero bueno, ganarás libertad para los socios, tendrás la vitrina llena de copas y listas de equipos con apellidos difíciles de pronunciar.

En fin, Roberto querido, llegado este punto, ¿te parece que este es un asunto solo de fútbol?

Escrito por: Gaitan Lucia