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EDUCACIÓN

Las oportunidades del sistema educativo técnico y la contraparte que odia la sociedad

El alumno no es quien debe recibir las quejas del daño causado por los agentes externos al sistema educativo, pero que inevitablemente ayudan y generan oportunidades en el mismo.

Nos encontramos ante una bipolaridad, eso nadie lo niega. Polo 1: el daño medioambiental, económico, político y personal que generan las multinacionales más importantes del país. Por otro lado, el polo 2, donde estas empresas, siguiendo un poco el modelo europeo, deciden invertir en la educación argentina, ya sea pública o privada, deciden invertir en el principio de nuestros conocimientos, la educación.

El ejemplo principal y de lo que hablaremos en este artículo sobre el polo 2, son los secundarios técnicos. ¿Qué nos permiten estos? Más allá de estudiar una ciencia dura y pesada con un nivel la mayoría de las veces de excelencia, nos dan algo que pocos valoran, la experiencia.

Me podrán decir que la experiencia les sabe a poco, ¿no? Antes de contestar, ¿por qué las empresas deciden invertir en estas escuelas? Según la explicación de uno de los mejores programas «Gen Técnico», ellos contribuyen a la formación de estudiantes para enfrentar los desafíos de la industria. Apoyamos a las escuelas técnicas de la comunidad con capacitaciones, tecnología, prácticas de educación de excelencia y vinculación con el sector productivo.

«Los quieren solo para su empresa, luego se olvidan de ustedes». Una frase que como alumno técnico vivo escuchando y respondo, no es simplemente una cuestión de formar trabajadores para la industria, sino que a través de la educación forman personas con un perfil que ya cuentan con un amplio repertorio de altas capacidades, teniendo solamente 18 años. ¿O acaso la experiencia no es lo primero que se pide a la hora de afrontar un trabajo?

Retrucando a esa primera frase, doy fe de que, si hay algo que tienen este tipo de programas, es que fomentan fuertemente la educación y el seguir en ella, nunca nadie dijo «salgan y trabajen», ellos mismos hacen foco en que todo el aporte que dan sirve tanto para la industria pesada, como para seguir en el ámbito académico y continuar con nuestra formación.

Hablando de formación, todo alumno es una puesta a valor en la que se invierte para que su futuro sea mejor. Esto mismo nos permite luego ser una pieza clave en los dos ámbitos, tanto en el académico como en el industrial, sabiendo que como profesionales la capacitación con respecto a los avances tecnológicos ha de ser constante. Inevitablemente, la educación y la industria vuelven a cruzarse.

De ese tipo de comentario o como mencionamos en el artículo anterior sobre la estigmatización o mito de la educación técnica, puedo decir que he escuchado muchos. Uno claramente trata de ignorarlos, ya que hacer lo que te gusta es libertad, que te guste lo que hagas es felicidad, pero hay veces en las que la desinformación, la ignorancia, o incluso un efecto Dunning-Kruger generan que desconfiemos de este sistema y nos llenen la cabeza con un solo lado de la campana cuando todos sabemos que para entender una historia entera hay que escuchar ambos lados.

Dándole fin a este artículo, quiero dejar claro que no niego el polo 1 que mencioné al principio, pero es una cuestión que se desarrolla hace años y ya hay políticas de desarrollo y sustentabilidad que rigen en el ámbito industrial para lograr reducir el impacto.

También dejo claro que si ya se sabe que esto existe hace años y son agentes externos quienes lo controlan, siendo una obviedad que no se puede hacer nada, más que solo protestar, no hay que ser tan ignorante de tachar de malos a quienes conformamos parte desde otro ámbito como el educativo, ya que lo que nosotros buscamos es retribuir al menos un grano de arena a toda esa gran playa de oportunidades que nos otorgan las industrias.

Es hora de reconocer que la educación técnica no solo forma trabajadores, sino también personas con un valioso bagaje de habilidades y conocimientos, dispuestas a contribuir al desarrollo de la sociedad en su conjunto.

Escrito por: Torrens Màximo