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Las crónicas de Cristina: el león, la bruja y el plan económico. De la Argentina de Milei… ¿a Narnia?

Las crónicas de Cristina: el león, la bruja y el plan económico. De la Argentina de Milei… ¿a Narnia?

Es la economía bimonetaria, estúpido. Sí, con esta referencia a la icónica campaña de Clinton, Cristina Fernández de Kirchner tituló una nueva carta al presidente, hablando sobre su diagnóstico de la economía y los problemas que afronta el plan económico de Milei y Caputo. Al mismo tiempo, tiene una visión muy autocrítica del Gobierno de Alberto Fernández y expone su mirada al interior del peronismo.

Cristina y Milei son cada vez más parecidos. Populistas, se erigen como líderes mesiánicos, tienen comportamientos autoritarios, están en conflictos recurrentes con los medios, la agresión es una de su conjunto de herramientas y, principalmente, tienen una amplia base de personas que los siguen -y hasta idolatran- que no dejan de hacerlo, sin importar lo que digan o hagan.

Para beneficio de ambos, Argentina continúa en un contexto de polarización muy fuerte, pero con un cambio: ya no tiene al kirchnerismo (y a Cristina) en el centro de la escena. Quien es ahora el centro de la polarización es el presidente de la República. De un marco político definido por la dicotomía kirchnerismo vs. antikirchnerismo, hoy vivimos algo más parecido a un mileísmo vs. antimileísmo. Los líderes populistas se ven siempre beneficiados en este tipo de contextos, en los que la discusión se cierra a eslóganes sin profundidad y se lleva adelante más en Twitter o en sets de televisión que en contextos de discusión seria y argumentada.

Ante este contexto, las cartas de Cristina se ven como algo anti epocal. Puede o no tener razón, así como sus argumentos serán o no válidos, pero es, de mínima, una manera distinta -y más seria- de llevar a cabo una discusión.

En este artículo, nos proponemos hacer un análisis de los puntos principales de la carta de Cristina, comparar su opinión con la de algunos economistas enfrentados a ella históricamente, considerar qué aspectos que la expresidenta critica son importantes en el plan económico de Milei y qué tan válidas son sus críticas hacia el interior del peronismo.

Quienes me leen saben que soy muy crítico de las dos figuras centrales de esta discusión (me hubiese gustado aclarar con quién lo soy más, pero no pude decidirlo), por lo que la carta de Cristina es solo un pretexto para analizar el estado de la economía. Con esto me refiero a que no por avalar algunos puntos de la carta estaré enalteciendo una figura clave en la decadencia argentina, como la de Cristina, ni por criticar algunos otros estaré en pos de la destrucción de la economía que implica el plan económico de La Libertad Avanza.

El Milei de la campaña vs. el Milei de la gestión

El primer punto interesante de la carta de la expresidenta es en el que muestra la gran contradicción del accionar de nuestro presidente con sus promesas de campaña. Cuando dice: “Milei, el ultra libertario que en campaña prometía eliminar la intervención y el control del Estado sobre la vida de los argentinos hoy, en el Gobierno, no solo interviene y controla, sino que además decide tres de los cuatro precios fundamentales de la economía”. Con esto, se refiere a que el Gobierno controla el precio del dólar, con el crawling-peg del 2% mensual y la mantención del cepo; el precio del dinero, con una tasa de interés negativa; y el precio del trabajo, con el tope a los acuerdos salariales impuesto por el ministerio de Economía.

Según ella, de los cuatro precios más importantes de la economía, los tres mencionados anteriormente son controlados por el Gobierno y el único que fue liberado es el de los bienes y servicios.

Más adelante, dice que “este escenario, en el marco de una economía bimonetaria como es la Argentina, ha llevado a una caída brutal de la actividad económica y ha provocado que nuestro país sea hoy más caro en dólares que los países desarrollados del mundo.” Este argumento no es el todo cierto, y no somos más caros en dólares que los países más desarrollados del mundo, pero sí es una realidad que, desde el 10 de diciembre del año pasado, Argentina se encareció en dólares y, en los momentos en que el dólar tocó los precios máximos, llegamos a ser más caros en dólares que algunos países desarrollados.

A partir de allí, señala una de las cuestiones más importantes, y es que el número de inflación (que ya no baja desde hace algunos meses) y que nos quieren vender como un éxito rotundo, son una tragedia que se ve reflejada en “el rápido aumento de la desocupación hasta los más de un millón de niños que todas las noches se van a dormir sin un plato de comida. Desde el crecimiento exponencial del avance del narco en las barriadas populares ante el retiro del Estado hasta la caída vertiginosa del nivel de vida de la clase media.” Este es un argumento válido ya que, si bien la inflación es menor a la de los últimos meses del Gobierno kirchnerista, esta se vio acompañada de un ajuste brutal y una devaluación al principio del mandato que generó una disparada en la inflación de la que muchos sectores aún no pudieron recuperarse, generando estas tragedias que se enumeran. No está de más decir que, aunque estos fenómenos se profundizaron desde la asunción de Milei, todos estos indicadores (menos el de la desocupación) registraron caídas durante el Gobierno anterior, principalmente en los últimos dos años de gestión.

La economía bimonetaria

A mí entender, el aspecto más importante de la carta es el concepto que ya se volvió marca registrada de las intervenciones de Cristina: la economía bimonetaria.

“Mientras tanto, el Gobierno no solo ha abandonado en la práctica el discurso liberal de anti-intervencionismo estatal, sino que también ha dejado de lado la teoría monetarista que señala a la emisión monetaria como la única y exclusiva causa de la inflación. En efecto, en reiteradas oportunidades los funcionarios han señalado que no van a devaluar porque sube la inflación.” En este fragmento, se ve claramente una de las grandes contradicciones del plan económico de Milei.

Según el Gobierno, el único motivo que genera inflación es la emisión monetaria, por lo que, si se termina la emisión, consigo lo hace la emisión monetaria. El punto de Cristina es que los argentinos no pensamos en pesos, sino que lo hacemos en dólares porque creemos que el peso no vale nada. Por eso, los aumentos en el tipo de cambio se trasladan a precios y, por lo tanto, aumentaría la inflación. El punto es que Milei y Caputo, quienes creen en la teoría monetarista, no deberían tener motivos para no devaluar si es que esto no genera inflación, pero es claro que eso no se está haciendo y se está permitiendo un atraso en el tipo de cambio con el único motivo de no tener otro salto inflacionario.

“Este fenómeno sucede únicamente en la Argentina. La utilización de dos monedas, de las cuales la que no emitimos es precisamente la más requerida para atesorar, legal o ilegalmente, sustrayéndola del circuito de funcionamiento de la economía y formando activos en el exterior o, en menor medida, guardándolos “bajo el colchón”. Esa misma moneda es, además, la única que se puede utilizar para pagar las importaciones que el país necesita para producir, generar riqueza y trabajo bien remunerado. Esta situación permite explicar las dificultades de la macroeconomía argentina, aún en gestiones de Gobierno que han llevado a cabo una sustancial reducción de la deuda en dólares, como fue el caso de las desarrolladas en el período 2003-2015. Si a este fenómeno le agregamos el endeudamiento geométrico -en esa misma moneda que no emitimos- producido durante el Gobierno de Macri, no hace falta explicar más nada.”

En este apartado, encontramos dos cuestiones fundamentales: la primera es que señala, al igual que economistas ortodoxos como Cavallo o Melconian, entre otros, el problema que genera la falta de dólares, producida justamente porque esta sirve como una moneda de reserva ante la desvalorización del peso. Así mismo, Argentina y su producción necesitan fuertemente la importación (transacción que debe realizarse en dólares), por lo que un gran porcentaje de nuestras divisas se van en pagos de deuda. Uno de los motivos principales de esta deuda es el endeudamiento producido durante el Gobierno de Macri, pero no es el único. Acá es donde entra el segundo punto, y es la mentira acerca de las políticas de reducción de la deuda durante el período que comprende el Gobierno de Néstor Kirchner y los dos mandatos de Cristina. Entre 2003 y 2007, Argentina no solo encaró un proceso de desendeudamiento en dólares (saldando toda su deuda con el FMI), sino que también fueron años de crecimiento del PBI y, por tanto, de la recaudación, teniendo superávit gemelos. Hasta 2007, el argumento es válido. El problema comienza después de la asunción de Cristina, donde el superávit deja de ser un valor esencial y, a pesar de seguir un proceso de desendeudamiento en dólares, las reservas no aumentaron, resultando en que, solo algunos años después de haber sido saldada nuestra deuda con el FMI, tengamos que recurrir a una herramienta como el cepo cambiario.

Críticas al peronismo

En esta parte de la carta encontramos el principal punto en contra de Cristina: las críticas al peronismo. Es un punto en su contra porque, según su visión, uno de los motivos por los que el peronismo se torció es porque “convalidó el préstamo multimillonario e irregular que el FMI, violando su propia normativa interna, había otorgado al Gobierno de Mauricio Macri para que ganara las elecciones.” Esto es, básicamente, una crítica al acuerdo hecho por Martín Guzmán con el FMI para reestructurar la deuda, llegando al mejor acuerdo posible (considerando la deuda multimillonaria que tenemos con el organismo internacional).

Lo que, al menos a mí, me resulta inentendible, es la postura de Cristina y el kirchnerismo en general acerca de la deuda argentina con el Fondo. Podemos estar de acuerdo en la irresponsabilidad de Macri y su equipo al tomar una deuda impagable con la que hipotecaron (y seguirán hipotecando) el desarrollo de nuestro país por un largo tiempo. Ahora bien, Argentina tiene una larga historia de defaults que generan desconfianza en los mercados, desalientan la llegada de inversiones (que nos llevan a terminar con un régimen increíblemente negativo como el RIGI) y dificultan el acceso al crédito en épocas de crisis enormes, como la pandemia o la sequía que tuvimos en los últimos años. Por ello, no podemos convalidar un desconocimiento de la deuda externa como plantea el sector más duro del kirchnerismo, con Máximo Kirchner a la cabeza, quien dejó la presidencia del bloque de diputados cuando el entonces ministro de Economía llegó a un acuerdo con el Fondo.

Por otra parte, es inaudito el accionar del Frente de Todos en materia de deuda. En la segunda mitad del Gobierno de Macri, este tema fue central en la agenda pública y, tras su fallida experiencia de Gobierno, todos en el interior del peronismo sabrían que Cambiemos no reelegiría y el peronismo volvería al poder. ¿No podrían haber acordado cómo iban a trabajar sobre la deuda argentina con el FMI?

Esto nos muestra que el Gobierno del Frente de Todos no solo usó la improvisación durante su gestión, sino que asumieron el poder sin siquiera estar de acuerdo en cómo proceder con uno de los temas centrales para el país. Por otro lado, si a Cristina tanto le preocupa el manejo de la deuda con el Fondo, ¿por qué eligió un candidato como Alberto Fernández para ser el presidente de la Nación, convalidando así la decisión de que Martín Guzmán sea ministro de Economía? Todos sabemos que es ella la que reunía el apoyo popular dentro de su coalición, por lo que podría haber elegido a otros dirigentes (alineados con su idea de desconocer la deuda) para encabezar las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional.

Por otra parte, dice que el peronismo se desordenó cuando no advirtió la modificación de las relaciones laborales, no avanzó sobre el viejo modelo de Estado omnipresente, cuando no impulsó la reversión del déficit fiscal, cuando no planteó una revisión y reforma profunda de la educación pública y cuando no pudo elaborar un plan de seguridad integral.

Esta argumentación es completamente increíble. Sería completamente razonable (y de hecho estoy de acuerdo en que se deberían haber hecho todas estas reformas) si este reclamo llega de parte de la sociedad o de sectores que no gobernaron durante, al menos, este último siglo. Pero llegan de una persona que fue dos veces presidenta y vicepresidenta durante un mandato, y cuyo partido es a) el principal obstructor de llevar adelante una reforma laboral (que, por no hacerlo, generó que el liberalismo tenga un gran apoyo a la hora de plantear una reforma laboral en detrimento de muchos derechos de los trabajadores adquiridos con décadas de lucha); b) el gran responsable de haber establecido un modelo de Estado omnipresente, asistencialista y desactualizado (que desencadenó en una sociedad eligiendo a un presidente que promete romper el Estado desde adentro); c) el que, luego de un Gobierno con superávit gemelos, tuvo que implantar un cepo cambiario por no poder sostener una política de Gobierno sin déficit fiscal; d) uno de los grandes responsables del bajo nivel de la educación pública (principalmente primaria y secundaria), la decadencia en la infraestructura, la no adquisición de nuevas tecnologías y las extremas facilidades que se brindan en la trayectoria educativa, que restringen la posibilidad a muchos jóvenes de poder adaptarse a la educación universitaria; e) por último, el espacio que siempre estuvo incómodo a la hora de hablar de políticas de seguridad y el que más tiempo gobernó la provincia de Buenos Aires (la provincia con mayores niveles de inseguridad) y los municipios del conurbano bonaerense, los más inseguros de toda la provincia.

¿A Narnia?

A modo de conclusión, tenemos algunos puntos interesantes para cuestionar.

El primero es acerca de la cuestión económica y la falta de dólares. Lo sorprendente en este aspecto es que no solo es Cristina Fernández quien cuestiona la inconsistencia del plan económico, fundamentalmente por la falta de dólares, sino que es el mismo cuestionamiento que el tándem Milei-Caputo reciben por parte de economistas ortodoxos como Melconian o Cavallo. Esto es, claramente, un signo muy negativo del plan económico, ya que todo el espectro económico (salvo los economistas de La Libertad Avanza), critica uno de los puntos centrales de cualquier plan de gobierno.

Por otro lado, la irracionabilidad de las críticas de Cristina hacia el interior el peronismo y la ya común falta de autocrítica que la caracteriza. Es inadmisible que los principales responsables de la decadencia en la que estamos inmersos desde hace más de una década aún no puedan admitir los errores propios que llevaron a una sociedad cansada del sistema tradicional.

Por último, es interesante observar como CFK, aunque no los asume como errores propios, se ve obligada, por el discurso de Milei, a ser más razonable en algunas de sus ideas; admitir de una vez por todas que no se puede sustentar una política económica en el déficit fiscal; no se puede negar la importancia de tener un plan de seguridad integral; modernizar el Estado; llevar a cabo una reforma laboral y repensar el sistema educativo. Lamentablemente, parece que no tuvo tiempo de hacerlo en los 16 años en los que su espacio político gobernó la Argentina y hoy pagamos las consecuencias con una política que destruye el sistema educativo, alcanza el superávit fiscal a costa de los argentinos, reprime ferozmente cada manifestación y, más que modernizar o hacer más eficiente el Estado, quiere romperlo.

No sé si con esta política -y estos políticos- nos dirigimos a Narnia, pero seguro que no nos estamos dirigiendo a tener un país más desarrollado, moderno e inclusivo. Si esto sigue así, tráiganme un ropero.

Escrito por: Ingoglia Tomas