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MEDIO AMBIENTE

La otra cara de los autos eléctricos

En los últimos años, la venta de los vehículos eléctricos ha aumentado, con la premisa de que son la mejor alternativa ante la polución relacionada con los medios de transporte. Además de dejar de lado los costes en combustible, los autos eléctricos se nos presentan como la solución más factible ante el problema de las emisiones de carbono a la atmósfera (frente a los vehículos que consumen gasolina).

Aún así, ¿son los autos eléctricos realmente mejores para el medio ambiente?

Definitivamente, los coches eléctricos son más ecológicos frente a los que consumen gasolina o diésel, produciendo cero emisiones de gases de efecto invernadero (las cuales dañan la salud humana y del medioambiente), debido a su funcionamiento, el cual depende de una batería y no de la quema de un combustible fósil.

Así mismo, otros beneficios que traen los mismos son:

  • Menor contaminación acústica: no existe un motor térmico en funcionamiento, por lo cual casi no se oye ruido.
  • Menor uso de líquidos contaminantes: ya que no se requiere el mismo nivel de mantenimiento que para los autos tradicionales.
  • Mayor eficiencia energética: el motor eléctrico es capaz de aprovechar hasta el 90% de la energía que genera.

El apoyo de los países a estas tecnologías es unánime, y la mayoría de ellos ya ha establecido fecha de caducidad para los autos a motor diésel. Esto mediante la implementación de diversas restricciones y límites. Además, hay estudios hasta de la Universidad de Yale que demuestran que la huella producida por los autos eléctricos es mucho menor comparada con los autos a combustión.

Sin embargo, esto no significa que sean decididamente “mejores”. Si bien son la mejor alternativa frente a los demás, se suele subestimar el impacto que tiene la manufactura de los mismos en el ambiente.

El principal problema que presentan este tipo de vehículos son las baterías, que se producen con litio y, al perder su funcionalidad, es complejo un descarte adecuado. Aparte, son contaminantes  gracias a que son difíciles de reciclar.

En su producción, las baterías de litio necesitan también de un elemento químico llamado níquel, que se extrae a través de un proceso de excavación que daña el ecosistema del mismo. El aumento de la demanda de níquel lleva a que las minas de esta industria quieran expandir el área de extracción, lo que preocupa a las comunidades circundantes por los efectos que las mismas puedan tener.

Por otro lado, la contaminación generada depende también de la fuente de energía mediante la cual se cargan. Si la red eléctrica no es limpia y no se contempla todo el ciclo de generación de energía, entonces el cambio en la contaminación producida apenas se refleja en las emisiones de gases, porque se contribuye al problema de las energías no limpias.

Las dimensiones de los vehículos eléctricos y todo lo que su producción conlleva son más complejas de lo que parecen a simple vista. Tenemos una tecnología prometedora, que podría representar la solución a nuestros problemas, pero el proceso de llegar hasta ese punto tiene un coste.

Esto abre el interrogante: ¿El cambio de los autos tradicionales a los autos eléctricos vale la pena? ¿O aparecerán otros conflictos que a la larga terminen empeorando la crisis?

Por: Ariana Amaya