Antes de focalizarnos en la influencia de la teoría darwiniana dentro del sistema educativo, vamos a explicar, sin muchos detalles, de qué se trata y su aceptación dentro de la sociedad en su época.
La teoría de la evolución que propuso Darwin a través del libro que publicó en la década de 1850, llamado “El origen de las especies”, resaltaba que estas cambian a lo largo del tiempo, dando origen a otras nuevas. Las mismas, mediante la selección natural, tendrían que adaptarse para sobrevivir a su entorno.
Darwin rechazaba la idea de cualquier intervención divina para explicar el origen del hombre, lo cual, para ese entonces, fue sumamente controversial, ya que tan solo existía una explicación religiosa: el hombre fue creado por Dios. Esto provocó que las teorías de Darwin fueran rechazadas por una parte de la sociedad, más conservadora: la iglesia.
Este concepto, a pesar de ser sumamente revolucionario, fue víctima de críticas y rechazos. Hoy en día, es uno de los pilares de la biología moderna, ayudando estas investigaciones al entendimiento de los seres vivos y su adaptabilidad, tanto científica como socialmente.
La enseñanza de la teoría evolutiva fomenta una educación científica sólida, contribuyendo a una ciudadanía informada, crítica y reflexiva. Una comprensión científica del mundo natural ayuda a las personas a participar de manera más objetiva en disputas sociales y políticas, las cuales pueden estar relacionadas con la salud pública, la ecología, la biotecnología, entre otras.
Cuando aprendemos esta teoría dentro de la escuela, lo primero que se nos viene a la mente es cómo los más fuertes sobreviven, mientras que los más débiles, no. Si ponemos en una habitación a un león y una cebra, ya damos por sentado quién es la presa y quién es el depredador. A pesar de esto, los más “desafortunados” tienen que aprender a sobrevivir, haciéndose cada vez más fuertes, siendo esto clave para la evolución.
Saquemos el ejemplo del reino animal y apliquémoslo dentro de la sociedad, donde, según nuestro estatus social, nuestros contactos o nuestros antepasados, nos volvemos la cebra o el león, teniendo que subsistir con lo poco que poseemos. Aún así, maximizamos los recursos que disponemos hasta el punto de no retorno.
La educación no solo se basa en conceptos teóricos, datos científicos y sistemas estructurados de aprendizaje. A través de una correcta formación, podemos promover comunidades reflexivas, contemplativas y conscientes. Utilizando teorías como estas, podemos ver las dos caras de una misma moneda.
Escrito por: Petacci Rafaela