El 2022 fue un año repleto de avances y descubrimientos en el ámbito científico, que incluyen el desarrollo de telescopios cada vez más potentes, misiones que buscan llevar personas a otros mundos, satélites preparados para analizar y ampliar lo que sabemos acerca de nuestro planeta y muchos más. Sin dudas, fue un año destacable y el mundo aguarda un 2023 lleno de avances tal y como en este año: mejorar lo que ya tenemos y ampliar lo que no conocemos.
No obstante, antes de movernos al próximo año, nos gustaría exponer la última noticia de este año y no solo eso, sino también una de las más importantes del mismo: un proyecto que inicio el siglo pasado, hace más de 60 años, y hoy está dando sus primeros frutos.
Todos sabemos muy bien que el mundo no es solo materia, sino también energía. Esta misma está presente en todas las acciones en las que participamos y en todo el universo. Por otro lado, a partir de distintas fuentes, buscamos obtenerla para utilizarla en nuestras necesidades básicas –como la electricidad, la producción de alimentos, generar frío o calor, entre muchas más-. Estas fuentes siempre presentan dificultades, ya sea el elevado coste, la producción reducida de energía o los mismos desechos y contaminación que generan.
Para volver más compleja la situación, hoy en día dependemos de la energía como nunca antes y el mundo necesita producir más y más de ella. Por lo tanto, la contaminación, el daño ambiental y los daños a nosotros mismos se han vuelto más comunes.
El sueño de la ciencia actual es lograr una producción de energía eficaz, limpia y de bajo costo para lograr una mejor estabilidad ambiental y coexistencia entre el mismo y nuestras necesidades básicas. ¿Es posible tal escenario?
La respuesta es que sí, y esta lleva un nombre: la fusión nuclear. Un proceso en el cual, como su nombre indica, se fusionan dos núcleos atómicos ligeros, generando uno más pesado y, como consecuencia de este proceso, se libera muchísima energía. Este mismo proceso es el que ocurre en el núcleo de nuestro Sol y en el resto de estrellas –de ahí proviene el calor que generan-.
Es una energía que no genera residuos contaminantes y produce una energía superior al resto de fuentes que utilizamos. Sin embargo, las altas temperaturas y las condiciones especiales que deben alcanzar los átomos para fusionarse han sido el problema de los científicos desde mediados del siglo pasado para lograr este proceso.
Los años pasan y la tecnología avanza. Los reactores de fusión nuclear –laboratorios donde se llevan a cabo estas reacciones- se hicieron más comunes en el mundo, pero ninguno podía producir más energía proveniente de la fusión nuclear que la utilizada para producirla. No obstante, el pasado 5 de diciembre, el Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, California, E.E.U.U, hizo historia y fue noticia alrededor del mundo.
Ese día, el equipo National Ignition Facility, perteneciente al laboratorio previamente nombrado, logró realizar una ignición por fusión nuclear, lo cual significa producir más energía por fusión nuclear de la que se ha utilizado directamente para generar la reacción.
Fue realizada en “The Target Chamber”, una cámara cerrada donde 192 láseres de rayos X apuntan hacia una pequeña capsula de combustible (hidrógeno) con una energía de 2 Mega julios –o 2 millones de julios-. El producto de la reacción no solo fue sintetizar helio a partir del hidrógeno, sino también una energía de 3,15 Mega julios, generando 1,15 Mega julios de diferencia.
Los científicos implicados en el proyecto festejaron y expusieron estos maravillosos resultados el 13 de diciembre, compartiendo al mundo esta noticia. Al mismo tiempo, el gobierno de los Estados Unidos reafirma sus proyectos futuros de 0 emisiones de CO2 y el laboratorio Lawrence Livermore, junto a la secretaria de ciencia del país, financiaron nuevas pruebas en este proyecto para los próximos años.
Si bien es admirable este hito, la realidad de utilizar fusión nuclear como fuente de energía sigue siendo muy lejana. En primer lugar, ya que no se ha logrado producir más energía de la que se ha utilizado en su totalidad entre energía directa e indirecta –recordemos que en esta prueba se alcanzó superar solo la energía empleada de forma directa-. En segundo lugar, aún no hemos logrado generar una diferencia de energía significativa para utilizar en actividades cotidianas como alimentar la electricidad empleado en un hogar.
Los expertos han calculado que, al ritmo que vamos, en los próximos 20 o 30 años conseguiremos producir energía a través de la fusión nuclear, pero por ahora, toca admirar este tipo de avances e invertir en el desarrollo de nuevas tecnologías y proyectos.
Logros como estos nos permiten imaginar mejores futuros y soluciones a los problemas de siempre. Nos permiten soñar un mundo mejor y sin las problemáticas actuales. No obstante, solo el tiempo y el trabajo de las personas dedicadas a solucionar estas incógnitas nos dejarán ver el fruto de todo el esfuerzo empleado.
Esperamos que este 2023 que está a punto de empezar sea un año lleno de descubrimientos, mejoras y, sobre todo, que nos permita conocernos un poco más de lo que nos conocíamos antes y hacer un mejor presente y futuro de lo que fue nuestro pasado.
Por: Santiago Dorsch.