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Algunas cifras alarmantes

La deforestación es un acto que genera daños permanentes en el medio ambiente e influye en las emisiones de CO2 a la atmósfera; trae inundaciones, enfermedades, desalojo de la población indígena, pérdida de recursos y desaparición de especies en peligro de extinción.

A nivel mundial, las estadísticas demuestran que la deforestación está concentrada en tres regiones: América del Sur, África y Oceanía. Ésta se estima que es de 13.7 millones de hectáreas por año, lo que viene equiparando la superficie de Grecia.

En 2021, un informe demostró preocupantes cifras en cuanto a la pérdida de bosques tropicales. Según el mismo, se perdieron 11.1 millones de hectáreas de bosques, área del tamaño de Cuba. De esta pérdida total, 3.75 millones se hectáreas se informan de bosques primarios tropicales, los ecosistemas más diversos del mundo. Si bien también se notificaron avances en regiones como Indonesia, donde estas cifras vienen disminuyendo, el aumento de las mismas en otros lugares como Brasil hace que la balanza sea negativa en cuanto al perjuicio de los montes.

Durante el mismo año en Argentina, un estudio de Greenpeace reveló que la deforestación en el norte alcanzó las 110.180 hectáreas. Casi la mitad de estos datos se concentraron en Santiago del Estero, siendo, además, el 80% de las deforestaciones en esta provincia ilegales según la clasificación de bosques del país. En total, se desmontaron 52.290 hectáreas en Santiago del Estero, 29.165 hectáreas en Formosa, 18.068 hectáreas en Chaco y 10.657 en Salta; cuatro regiones que vienen acumulando la mayor cantidad de desmontes en el país.

Además, según datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación, entre 1998 y 2020 la pérdida de bosques nativos en el país fue de 7 millones de hectáreas, y las principales causas fueron el avance de la frontera agropecuaria y los incendios forestales.

Esta información expone el ritmo acelerado y aterrador que tiene la degradación y desaparición de los bosques. Esta biodiversidad está siendo amenazada, y no se registran grandes avances en los intentos por frenar este atentado contra los ecosistemas, que tienen un valor incalculable en cuanto al impacto medioambiental se refiere.

 

¿Qué causas nos llevan a estos resultados?

La principal causa es que los suelos forestales sean utilizados de manera irracional y anárquica. Para la agricultura intensiva, decenas de hectáreas son quemadas para la generación de zonas de pastoreo de ganado o cultivo. Esto crea también cambios de uso en los suelos, y conversión de los bosques en campos de soja o pastos. Cuando el fuego se descontrola, llegan a provocar incendios que terminan en la destrucción parcial de los bosques.

Otra causa es la explotación forestal y maderera; la tala indiscriminada de los árboles por motivos comerciales.

¿Qué significan estos datos para nosotros?

Este fenómeno de aumento en los desmontes solo tiene un significado triste para nosotros como sociedad. Estamos demostrando una preocupación nula por lo que pasa con nuestra foresta, a pesar del supuesto compromiso por parte de empresas y del Estado por detenerlo.

En la cumbre climática COP26, llevada a cabo por Naciones Unidas, 141 países adquirieron el compromiso de detener y revertir la pérdida de bosques para 2030; ¿Seremos capaces de lograr ese objetivo? ¿O las tasas de deforestación seguirán aumentando, hasta llegar al punto donde los daños sean irreversibles?

Nos encontramos rompiendo récords en cuanto a materia de desmontes, lo que nos pone ante una emergencia forestal y de biodiversidad. La degradación de los bosques nos hace más vulnerables a los peligros del cambio climático, y esto es sólo consecuencia de nuestros actos.

Resulta evidente que las medidas tomadas no sólo en nuestro país, sino también a escala global, no están siendo suficientes para combatir este problema, y con estas pruebas surgen las preguntas: ¿Dónde están los responsables de la deforestación? ¿Qué penalización se les está dando? ¿Se está poniendo en marcha algún proyecto de reforestación? ¿Hay complicidad de funcionarios políticos en este crimen?

La organización Greenpeace sugiere acabar con la impunidad hacia estos actos, convirtiendo la destrucción de bosques en un delito penal, pero, ¿es necesario llegar hasta ese punto?

La destrucción de los ecosistemas es un ecocidio; un acto arbitrario que causa daños graves y extensos en el medioambiente. Por ende, invito a los lectores a reflexionar cómo ayudar: hay que detener el deterioro ambiental del que estamos siendo testigos.

Destruyendo perdemos todos, y mañana va a ser tarde.

Por: Amaya Ariana

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