POLITICA
Internet en democracia
El rol del Internet en las relaciones socio-políticas es un tema que se estudia desde que el acceso al mismo es masivo. Lejos de un intento de descubrir algo nuevo, en este artículo pretendo hacer una humilde recopilación; un estado de cosas sobre la relación entre el uso que le damos y nuestro comportamiento en democracia, reflexionando sobre los conceptos y categorías de análisis que nos brinda la sociología y la ciencia política.
Socialización
A diferencia de la creencia popular, el Internet no genera “zombies solitarios” incapaces de cualquier interacción social. Los estudios al respecto muestran un importante aumento de la socialización, y no solo en el ámbito virtual, sino también materializado en el espacio físico. Internet, y sobre todo las redes sociales, están preparadas para conectarnos con aquello que nos gusta y con quienes compartimos intereses. Manuel Castells sostiene que su uso reafirma a las personas al intensificar su sensación de seguridad, libertad personal e influencia, todos ellos factores que tienen un efecto positivo sobre la felicidad y el bienestar personal.
Sin embargo, nos enfrentamos con un tipo de socialización que tiende a alejarse de los ideales de convivencia democrática. Una que está sesgada por un algoritmo para conectarte con aquellas personas y contenidos con los que uno es más propenso a interactuar. La socialización solo con grupos de personas con nuestros mismos intereses e ideas no aporta a la construcción de una ciudadanía democrática, al menos si queremos concebir la democracia como algo más que solo un régimen de gobierno electo popularmente. Socializar en una burbuja aislada de personas que piensan como nosotros, aún si esta socialización es llevada fuera de la red, altera la forma en la que vemos la realidad.
Esto es cierto, sobre todo, al pensar en que el promedio de uso de Internet en Argentina es de 8 horas por día. Si una persona pasa suficiente tiempo expuesto a las mismas ideas y es constantemente afirmado por otros que piensan igual, es muy posible que su tolerancia al que piensa distinto disminuya. Concebir la democracia como una forma de vida implica buscar una ciudadanía dispuesta a convivir, aún conflictivamente, con un otro que es otro en todo sentido, ajeno a la realidad que fue creada y reafirmada por Internet exclusivamente para un usuario.
Inclusión
También es importante preguntarnos, ¿qué pasa con los desconectados? El texto de Manuel Castells hace mención a la cantidad de usuarios creados hasta 2013 (7.000 millones), pero esto no necesariamente implica que esa cantidad de personas estén conectadas a Internet. No debemos equivocarnos al suponer que todos estamos conectados, aún con la existencia de una red global utilizada masivamente. Hay personas excluidas de esta o con un uso restringido de la misma. Si el Internet brinda amplias posibilidades de expansión de la democracia directa, aquellos desconectados no solo estarían al margen de la sociedad, sino también del sistema político. Pensar en internalizar el Internet como herramienta legal para la participación popular en el gobierno implica pensar el acceso a la red como un derecho político. Que podamos hacerlo de manera “segura” y equitativa pasa a ser una obligación del Gobierno.
Autonomía
Castells nos trae un concepto interesante a la hora de hablar de autonomía. Y es que la nueva “sociedad egocéntrica” de la que habla es resultado de un proceso de individualización que no necesariamente aísla a los individuos, sino que construye sujetos colectivos. Estos se benefician de Internet como medio autocomunicación y autoorganización de masas, prescindiendo de los controles gubernamentales y corporativos sobre las comunicaciones, generando un proceso de intercambio, generación y enriquecimiento constante de información que contrasta con el pasado en el que emisor y receptor estaban mejor definidos.
Los movimientos sociales característicos de la sociedad global en la red se dan en contextos de explotación y opresión, tensiones y luchas sociales. Esas causas no tendrían posibilidad de oposición al poder del Estado sin las herramientas de autocomunicación de masas que brinda el Internet.
No obstante, la autocomunicación requiere de mucho esfuerzo y tiempo por parte de la ciudadanía. En la práctica, son pocas las personas que tienen tiempo de informarse críticamente sobre temas que lo interpelan como ciudadano. Si bien Internet lo facilita, hay un uso del mismo que tal vez no permita la formación de una ciudadanía crítica, y esto, sumado a lo fácil que es recibir constante reafirmación de las propias ideas sin someterlas a juicios ajenos, profundiza la grieta de la intolerancia, dificultando así una convivencia democrática. Otros autores reconocen que estas dos realidades de construcción colectiva y conflicto intolerante conviven, demostrando que las redes son lo que hagamos de ellas.
Extensión democrática
Gendler nos presenta una línea de causalidad a la hora de pensar un asunto que genera tensiones en el ámbito intelectual: la crisis democrática. Así como Castells señala la gran potencialidad organizativa que brindan las redes, no estaría tan alejada la posibilidad de tomar decisiones legislativas mediante Internet. Hoy en día, la necesidad de una democracia representativa se pone en jaque ante la posibilidad de la democracia directa ejercida a través de Internet, debiendo apropiarnos de la herramienta para reforzar el sistema democratico en tiempos de descreimiento y desconfianza al sistema político. En este sentido, Gendler plantea, en su artículo para el CONICET, que el Internet facilita procesos democráticos ya reglamentados constitucionalmente, como el referéndum y la iniciativa popular, reduciendo los esfuerzos y costos económicos que en la práctica los impedían.
Control y transparencia
Internet ofrece nuevas posibilidades en términos de vigilancia y control. Volviendo sobre la idea de que no debemos hacer juicios de valor sobre la herramienta, sino sobre el uso que se le da, el flujo de datos y vigilancia puede utilizarse en contra del pueblo o en favor de organismos de control al Gobierno. Hoy en día, no solo podemos saber lo que pasa en los ascensores de la casa rosada; también podemos documentar situaciones abusivas de parte de organismos estatales (la policía) o exigir explicaciones cuando sale a la luz algún movimiento cuestionable de cualquier funcionario público. Tan importante es el papel de las redes sociales que aquellos que detentan el poder y quieren “ocultar” información cuestionable públicamente utilizan estrategias de distracción más que de ocultamiento. Cuando el Gobierno va a tomar medidas contra el pueblo (o sea, digamos, que pueda generar controversia) se asegura de hacerlo mientras la atención mediática está puesta en otro lado.
¿Libertad?
A la hora de hablar de los dueños de las plataformas en Internet, Castells hace un análisis por demás positivo. Él sostiene que las personas tienen influencia en las condiciones de la coevolución que se produce por la interacción con otros y que los empresarios les venden la posibilidad de construir sus vidas de forma autónoma y sin limitaciones, ya que, si la compañía intenta impedir la libre comunicación, puede perder usuarios. “Las redes sociales son un negocio basado en vender libertad, libre expresión, sociabilidad elegida” (Castells, pp19).
Pero Gendler nos plantea otra arista a tener en cuenta. Las redes sociales fueron incorporando estrategias publicitarias necesarias para sustentar su desarrollo. Este desarrollo de las plataformas, desde los comienzos de su existencia, estuvo basado en la recopilación de datos de actividad e identificación para el comercio electrónico que fue en crescendo a medida que se expanden los celulares. Cada vez más tipos de información son recopilados. La apropiación que hacen las élites empresarias de la información personal pone un poco en jaque esta idea de la libertad y autonomía que viene a traer el Internet. Si es tan fácil acceder a mi esfera privada de vida, ¿qué tan libre soy? Las plataformas se han vuelto una extensión del espacio público, pues por más cuestionada que sea su calidad en algunos momentos, el debate público, en su mayoría, se lleva a cabo en ellas.Y si no quiero quedar fuera del mismo, debo ceder una parte cada vez más amplia de mi esfera privada y no necesariamente a un Estado que yo elijo democráticamente, sino a empresas privadas, propietarias de la plataforma a la que me conecto.
En la práctica, toma un esfuerzo adicional poder hacer un uso menos condicionado por algoritmos de las redes sociales y plataformas de información. Es necesario reconocer y evitar la recepción pasiva de la información que es seleccionada para nosotros con un criterio que puede no ser neutral. El algoritmo interpreta tu perfil en base a tu actividad y posición geográfica y te recomienda contenido y productos que pueden gustarte. Puede predecir y sugerir lo “mejor y más apropiado” para la ciudadanía, quitándole la “pesada carga” de tener que decidir por sí sola. (Glender, pp 44).
La personalización de la experiencia digital mediante publicidades moldeadas para el usuario es pintada como un gran servicio a la sociedad cuando contiene tras de sí no solo la recopilación, almacenamiento y venta de datos, sino también la posibilidad de nuevas formas de manipulación política.
El aislamiento o división de la sociedad en sujetos colectivos o burbujas de intereses facilita y lleva a un extremo el fanatismo personalista de las nuevas democracias. Este extremismo amenaza la capacidad crítica de la ciudadanía, siendo esta más susceptible a fake news y conspiraciones que se reafirman en la virtualidad y se materializan en la realidad de formas violentas. No son casuales los intentos de asalto al capitolio estadounidense en 2021 y al congreso brasileño en 2023.
Algunas conclusiones
Es útil reconocer las limitaciones, en términos democráticos, que genera el uso de redes sociales a la hora de pensar en una ciudadanía democrática y crítica. Ser conscientes de estas limitaciones permitirá un cambio de conducta; cambiar la forma que utilizamos las redes sociales para no sucumbir a las tentaciones de reafirmación personal constante.
“El tipo comunicativo en la red se basa en mensajes cortos y poco reflexivos, excesiva emotividad y creación de comunidades” (Martí Mármol, 2006; Wetherell, 2012; Greene, 2014; Papacharissi, 2015). Pero esta realidad convive con otra en la que se crean ciudadanos que se exponen a distintos medios, que debaten con quienes piensan distinto y buscan argumentar razonablemente en sus discusiones. Existe el ambiente constructivo, pero este convive con el “destructivo”. Esta situación prueba que Internet es solo un medio más que mejoraría la calidad democrática, pero solo si lo utilizamos orientados a ello.
“Los algoritmos no son algo que deba ser erradicado. Eliminar cualquier tipo de selección o personalización de información podría generar una sobresaturación de información” (Scott Lash, 2005). La constante exposición a información nos hace desestimarla y nos angustia frente la infinitud de contenido imposible de abordar. El ciudadano de a pie, con un trabajo de jornada completa y una familia que atender, no tiene ni tiempo ni energía mental para cargar con toda esa información. El resultado de esto es, en parte, la apatía política y el descreimiento al Gobierno. Elementos que, tal vez, estén materializados en los candidatos electos en diversos países.
Una propuesta superadora que nos presentan los autores podría ser generar mayor transparencia en el sistema de generación de algoritmos, permitiendo a las personas procesos de monitoreo y auditoría democrática en los mismos.
Al pensar desde la perspectiva de Castells el rol del Internet en la sociedad civil, consideramos una amplia gama de posibilidades y extensión de capacidades de esta de oponerse al Estado. El Internet cambia la relación pujante entre la sociedad civil y el Estado, pero si queremos pensar esa relación englobada por una democracia entendida profundamente (no solo como régimen político, mas como forma de vida), que cale hondo en las relaciones sociales. Es importante prevenir las consecuencias de un uso exclusivo e irreflexivo de las redes.
Referencias bibliográficas
- El impacto de internet la sociedad: una perspectiva global – Castells, Manuel https://www.bbvaopenmind.com/artículos/el-impacto-de-internet-en-la-sociedad-una-perspectiva-global/
- El impacto de Internet en el Estado democrático – Enrique Cebrián Zazurca https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5698481
- Internet, algoritmos y democracia: ¿Del sueño a la pesadilla? – Gendler, Martín Ariel https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/166027
- ¿Cuántas horas pasamos frente a las pantallas? – Florencia Abd y Juana Copello https://www.lanacion.com.ar/sociedad/cuantas-horas-pasamos-frente-pantallas-nid2461266/
Escrito por: Gaitán, Lucía