Nuestra Redes Sociales

CIENCIA

¿Humanidad vs. inteligencia artificial?

Las innovaciones lanzadas en los últimos años en materia de inteligencia artificial han provocado euforia en la industria tecnológica, que promete un futuro automatizado, cómodo y simple para la civilización humana. Sin embargo, algunos científicos y otros expertos en la materia no comparten la misma idea y alertan sobre potenciales riesgos.
Para desarrollar este tema, es de suma importancia aclarar que, en todos los casos conocidos, el concepto de inteligencia artificial está ligado al concepto de algoritmo.
En términos sencillos, un algoritmo o código de programación es una secuencia de instrucciones que se le da a un software, o sistema computarizado, para que ejecute una determinada tarea con la que simula un comportamiento autónomo. A solo unas décadas de haber comenzado el reinado de los algoritmos, estas rutinas son muy variadas, diversas y versátiles.
Los algoritmos, en especial los vinculados a los sistemas de bases de datos e información personal, son responsables de la elaboración de muchos de los perfiles que evalúan aspectos transversales de la sociedad contemporánea, desde el rendimiento en nuestro trabajo hasta la situación económica, pasando por la publicidad que recibimos, los análisis de nuestra salud, el registro de los lugares que visitamos y la identificación de los contenidos que consumimos. Es decir, datos que resumen nuestras vidas.
Algunas de las instituciones situadas en el siglo XXI, tales como bancos, empresas, entre otros, se basan en el manejo de información personal. Si bien han venido implementando con los años el uso de los algoritmos, no son ellos los principales gestores de estas tecnologías. Son las grandes compañías de internet las que recaban masivamente nuestra información y la procesan a través de códigos computarizados, pudiéndose afirmar, casi con certeza, que nos conocen incluso mejor que nosotros mismos.
Compañías como Facebook, Apple, Amazon, Netflix, Google, entre muchísimas otras, tienen acceso a información acerca de aspectos de nuestras vidas que incluso las personas más cercanas a nosotros ignoran. Saben qué tipo de contenido consumimos, nuestra ideología política, quiénes son nuestros amigos y familia, qué lugares visitamos, qué comida nos gusta, cuáles películas vemos, qué tipo de fotos compartimos, con quién nos reunimos, qué opinión tenemos frente a temas sensibles, con qué frecuencia nos conectamos a internet, qué tipo de dispositivos poseemos y cómo los utilizamos.
Debido a esto, esa información termina influyendo en el tipo de publicidad que recibimos, el contenido al que estamos expuestos y la información que nos ofrecen en nuestros dispositivos, entre otras situaciones de la vida diaria relacionadas con el uso de la tecnología.
Nuestros datos actúan como moneda de cambio, o sea, la gratuidad de servicios como el correo electrónico o las redes sociales se compensa con el uso de nuestros datos para fines publicitarios y de este manera, avanzar con los grandes negocios.
Los algoritmos obtienen la información de múltiples fuentes, la mayoría de ellas relacionadas con nuestro comportamiento en internet. A partir de nuestros hábitos de consulta, visualización, consumo y compra en línea, se determina un perfil sobre nosotros a partir del cual intentan manipular nuestro comportamiento y de esta manera, dar a conocer publicidades con temas de nuestro interés.
¿Cómo se relaciona eso con el mundo real (o con un mundo imaginario en un futuro cercano)? Algunas compañías podrían otorgarles a los sistemas de inteligencia artificial cada vez mayor autonomía y conectarlos a infraestructura vital, incluyendo redes eléctricas, mercados de valores y armamento militar. A partir de ahí, podrían causar problemas.
¿Cuáles son estos problemas? En primer lugar, dado que los avances de la inteligencia artificial son cada vez más innovadores y que en poco tiempo se nota la calidad que han encontrado, es viable que dentro de poco sea casi imposible distinguir un producto fotográfico, un texto o un video real de uno falso. Esto representa una amenaza al momento de comprobar datos y fomenta la desinformación. Otro conflicto que se desarrolla es el desempleo. Entre mayor uso de inteligencia artificial tengamos en los empleos, menor será la necesidad de personal por parte de las empresas, una amenaza para muchas profesiones que podrían ser cada vez menos necesarias. Así mismo, debido a que compañías como Microsoft y Google están en constante competencia por tener los últimos avances en inteligencia artificial, provoca un crecimiento desmedido y sin suficiente contraparte ética por lo apresurado de su desarrollo.

Por: Victoria Garay