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Cultura y Sociedad

Entre el internet, la cultura de masas y el fascismo

Un repaso sobre los trabajos de Theodor Adorno y Max Horkheimer

La pandemia modificó de raíz la forma de concebir nuestra identidad política, resultándonos imposible imaginar nuestra estructura de pensamiento correspondiente a marzo de 2020. Estos  cambios trajeron consigo una nueva pandemia de corte ideológico, que se refleja en el auge de  las dialécticas autoritarias y las lógicas fascistas. Esta situación fue advertida en febrero del mismo año  por el filósofo esloveno Slavoj Žižek, quien señalaba que la propagación del COVID 19 estaba siendo acompañada por la difusión de virus doctrinarios, esparciendo finalmente genes totalitarios, delirantes y conspiranoicos que se hallan latentes en la sociedad (Žižek, 2020).

La intención de este ensayo será recuperar a los pensadores de la escuela Frankfurt, puntualmente a Adorno y Horkheimer, con el fin de realizar un análisis en torno a las lógicas totalitarias del fascismo y su articulación con el delirio, y cómo en un contexto de avance tecnocientífico pueden verse implícitas en el empobrecimiento de la experiencia de los sujetos.  Dichos autores han logrado no hipostasiar la diferencia entre fenómenos como el nazismo alemán y la industria cultural, ambos procesos convergentes en reproducir una racionalidad al servicio del dominio, del rechazo a la diferencia y de la anulación de la reflexión individual. De esta manera, se buscará determinar aquellos rasgos de esta racionalidad que se vincula con dialécticas totalitarias en el conocimiento, la experiencia de los sujetos y las lógicas políticas. Es aquí donde podemos considerar como fundamental el concepto de “Experiencia empobrecida”, viendo a partir de este cómo puede conjugarse, con elementos del delirio, en pos de aniquilar la mediación reflexiva de los individuos, dando lugar al surgimiento del “sujeto fascista”.

Experiencia empobrecida y el internet

La complicación presente a la hora de elaborar un encuadramiento del fascismo es el superfluo  marco de análisis en el que se basa gran parte de la sociedad, estando en el inconsciente colectivo la idea de que el fascismo murió en la Segunda Guerra Mundial e ignorando completamente la existencia de simbología, discursos y un fuerte auge nacionalista y conspiranoico inundando gran parte del internet.

En este sentido, el objetivo de este análisis es el explicar cómo la industria cultural hace de la dinámica entre los mecanismos objetivos de dominio y los comportamientos subjetivos, el núcleo de sus interpretaciones; en otras palabras, la industria cultural actúa como un entero proceso de socialización que no solo ordena eficientemente las formas de producción y distribución, sino  que adiestra los propios mecanismos de la percepción, los hábitos de consumo y las falsas formas de satisfacción de los deseos y necesidades. Pero entiéndase que este concepto se ha personificado -en un mundo globalizado- en el internet, generando una intensificación en la difusión de estas lógicas discursivas.

Esta industria cultural personificada en el internet genera un entorno   dogmático y de auto adoctrinamiento, en el cual estamos expuestos a un algoritmo que constantemente nos ofrece un feedback de contenido afín a nuestros ideales y que rompe con el esquema autocrítico tan fundamental para el individuo. De esta manera, consigue organizar la experiencia sensible ofreciendo por anticipado tal síntesis, estableciendo para cada fenómeno, para cada gesto, para cada estímulo, un sentido final. Por tanto, esta industria nos plantea un “Mundo administrado” que genera un decrecimiento en los procesos mentales y espirituales que nos mueven a la facultad reflexiva individual.

Considerando esto, es inevitable realizar la comparación con las dialécticas fascistas. Por tanto, la manera en que la industria cultural imposibilita la comprensión de aquellas diferencias entre  los fenómenos particulares provoca una falsa identidad entre lo particular y lo universal. Es así como se genera la atrofia en los procesos reflexivos individuales que  impide discernir entre el carácter ilusorio de la apariencia de las imágenes. De esta forma, podemos considerar que se genera un ambiente de dominación y de dogmatismo, presentando el mundo  como una totalidad plenamente identificada, cerrada a la diferencia. En esta situación, se desecha toda  idea que no se adapte al sistema esquemático que se nos plantea; en este punto, creo que la industria cultural actual nos plantea un escenario similar al que describían Adorno y Horkheimer cuando se referían a la exclusión que generaban los campos: “«Ninguno tendrá frío ni hambre; quien no obstante lo haga, terminará en un campo de concentración» este lema chistoso, proveniente de la Alemania nazi, podría figurar como máxima en todos los portales de  la industria cultural” (Adorno & Horkheimer, 1998).

En un contexto de globalización y en el auge de las democracias postliberales, se devela el totalitarismo, ya no por un contenido explícito, sino por la exclusión a determinados sectores poblacionales o por un fanatismo nacionalista que, a priori, excluye de la experiencia todo lo que no está previamente digerido por la regla de la adaptación. De esta manera, se da lugar al concepto de “experiencia empobrecida”, de forma que solo logra experimentarse lo absolutamente conocido, sin elementos ajenos que desestabilicen el esquema, o que exijan el esfuerzo y la fatiga de la reflexión individual. Como resultado, aparece el delirio, y se materializa como el detenimiento del pensamiento en pos de otorgar sentido absoluto a las imágenes del mundo.

Fascismo y sujeto

Los trabajos de la escuela de Frankfurt resultan fundamentales a la hora de facilitar la distinción entre una etapa pasada “Liberal-Burguesa” respecto de una era totalitaria actual, haciendo posible el reconocer ciertos rasgos imprescindibles compartidos entre el nacionalsocialismo alemán y la cultura de masas estadounidense. De esta manera, se da pie al desarrollo de un “carácter totalitario” dentro del capitalismo, descripto por su creciente poderío sobre la vida de los individuos, al punto de que se constituye, para Adorno, como una amenaza para la vida individual.

Comprendemos esta adaptación de la vida interna de las necesidades y de los deseos del sujeto, como un esquema aceptado que no ponga en consideración los tabúes de la sociedad, dando lugar a encontrar parte de su explicación en la amenaza latente de ser exterminado o excluido, que recae sobre el individuo mas no sobre los hombros del sistema. Es así como la falta de mediación individual, tanto en un proceso universal como particular, resultan en que la propia individualidad sea un factor cada vez más costoso para la formación social caracterizada por procesos de masificación y tecnificación, unidos a la creciente concentración de poder en monopolios económicos (Maiso, 2013).

Las fronteras entre las imágenes del mundo y la percepción de un sentido cerrado tienden a borrarse por la falta de mediación subjetiva, de forma tal que es esta falta de mediación reflexiva del sujeto la que es relegada por el esquematismo de la percepción, el cual logra ser impuesto socialmente como norma, y por tanto como coacción. Para los autores, es esta falsa consciencia individual la que permite compensar el sentimiento de inferioridad, ofreciendo la ilusión de participar en el poder social mediante el refugio en un narcisismo colectivo.

Es a partir de aquí donde podemos comenzar a identificar el surgimiento del “sujeto fascista”, el cual requiere de un elemento delirante, carente de reflexión individual, que suture la disociación entre el mundo y su sentido, o en última instancia, entre sujeto y sociedad, exterminando todo dato, aspecto o peculiaridad que difiera de los propios esquemas impuestos de antemano. En definitiva, aquello “otro” no integrable, ajeno, debe ser eliminado a través de la fantasía o, finalmente, a través del pasaje al acto homicida (B.C, 2017). De este modo podemos identificar a los actos de linchamiento como una forma de descarga violenta posibilitada por la ausencia de mediación subjetiva. En otras palabras, por la aniquilación del sujeto y de lo no integrable. Es de esta forma como en la dinámica subjetiva de la personalidad autoritaria, del sujeto fascista, se rasgan las heridas y los malestares inconscientes, logrando capitalizar los discursos de odio y rechazo hacia cierta comunidad.

La obra de arte como oposición esquemática 

Uno de los aspectos resaltados de la experiencia empobrecida se relacionaba con su inmediata vinculación entre la imagen -como una aparición particular- y el sentido -como significado metafísico absoluto-. De esta forma, la aparición de la experiencia estética supone una oposición, una forma de distanciamiento, que permite reconocer el carácter delirante de la inmediata identidad, exigiendo una mayor mediación individual en los procesos de percepción e interpretación. Es a partir de esto que el sujeto, en sus facultades reflexivas, es exigido, pudiendo romper con el esquema impuesto y desarrollando una conciencia estética. Así mismo, este concepto pretende reciprocidad y no es catalogable sin la conciencia histórica de las imágenes, la cual posibilita no hipostasiarlas idénticas a un sentido absoluto.

Entonces, frente al esquematismo de la experiencia empobrecida, el cual, como he caracterizado, sólo reconoce lo dado como algo ya cerrado en su sentido inmediato, la experiencia estética adorniana reclama elaborar el sentido en una co-realización con la obra. Es decir, se vuelve necesaria la facultad reflexionante del sujeto para realizar la vinculación de lo presente sensiblemente, con lo que la obra no tiene inmediatamente, aquello que reclama ser construido más allá de lo sensible. Es por esto que es tan importante para el totalitario tener bajo control la obra de arte, ya que es esta la que, a priori, desestabiliza el esquematismo de estímulos administrados que domina al ser.

Conclusión

Resulta interesante ver cómo la industria cultural se ha materializado en el internet, generando un entorno universal de dominación, ya no impuesta por un dictador, sino que de forma algorítmica por las empresas que en él operan, siendo lo más importante la conquista de espacios digitales como si de un feudalismo se tratara.

Mi intención con esto es evitar y condenar la relativización del término, que permite que el sujeto lleve a cabo conductas fascistas sin las consecuencias que genera, sin asumir la responsabilidad de serlo. Es así como la articulación del delirio permite considerar las formas en que las dialécticas autoritarias pueden ser rastreadas en el corazón de las democracias occidentales, desarrolladas en un contexto de un capitalismo cada vez más totalitario y monopolista, de una cultura de masas, o como finalmente denominan Adorno y Horkheimer, de la industria cultural.

Bibliografía

ADORNO, T. & HORKHEIMER, M. (1944): “Dialéctica de la Ilustración”.

ŽIŽEK, S. (2020): “Coronavirus es un golpe al capitalismo al estilo de ‘Kill Bill’ y podría conducir a la reinvención del comunismo”.

ADORNO, T. W. (2008): “Teoría Estética”.

HAN, B. C. (2017): “La expulsión de lo distinto”.

DELEUZE, G. (1987): “¿Qué es el acto de la creación?”

MAISO, J. (2013): “La subjetividad dañada: teoría crítica y psicoanálisis”.

WALTER BENJAMIN (1936): “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica”.

Por: Luciano Musso