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ECONOMIA

El RIGI continúa en oídos argentinos

El RIGI continúa en oídos argentinos

Para quienes no recuerdan o quizás no conocen al RIGI, acá va una pequeña introducción: el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) entró en vigencia con la promesa de atraer capital extranjero y reactivar sectores estratégicos de la economía argentina. En un inicio, fue foco de muchas críticas (y hasta miedo, por lo que parece representar), pero en este artículo, ya con datos confirmados, se va a hablar del impacto que este régimen promete. Lo que salió a la luz es que, en menos de un año, ya se presentaron once proyectos bajo este esquema, de los cuales dos fueron aprobados. Sin embargo, más allá del optimismo oficial, queda la duda de si esta política realmente podrá generar un impacto duradero o si terminará beneficiando solo a unos pocos jugadores en sectores específicos.

Para las empresas interesadas, el RIGI ofrece un paquete de incentivos difícil de ignorar: reducción del impuesto a las ganancias del 35% al 25%, exención de derechos de importación y exportación, y un esquema progresivo de libre disponibilidad de divisas. Así mismo, permite computar impuestos como el IVA y el impuesto al cheque a favor del balance fiscal de las empresas.

Pero no es un cheque en blanco. Las empresas que quieran sumarse deben comprometerse a invertir al menos 200 millones de dólares y desembolsar un 40% del total en los primeros dos años. Esto implica que solo grandes corporaciones podrán acceder al beneficio, dejando fuera a empresas nacionales más chicas que podrían necesitar incentivos similares para crecer.

A día de hoy, se han aprobado tan solo dos proyectos que cumplen con las condiciones. Por un lado, tenemos un parque solar llamado El Quemado, que va a ser construido por YPF Luz en Mendoza, y recibirá una inversión de alrededor de 211 millones de dólares. Por el otro, un oleoducto en Vaca Muerta, el cual permitirá exportar más de 500.000 barriles de petróleo desde la cuenca neuquina. Este será un proyecto liderado por YPF, PAE, Shell y otras compañías del sector, y reunirá un mínimo de 250 mil millones de dólares. (Fuente: Sofía Diamante, en diario La Nación).

Otros proyectos en espera incluyen parques eólicos, infraestructura para exportación de gas natural licuado y diversas iniciativas mineras, principalmente enfocadas en litio y cobre. Estas inversiones podrían ser clave para el ingreso de divisas, pero también refuerzan la dependencia de Argentina en sectores extractivos con poco desarrollo industrial local.

A pesar de estos datos empíricos recién mencionados, existen cuestiones que quedan, si se puede decir, con interrogantes respecto a lo que es el RIGI. Por ejemplo, si este está realmente pensado para cambiar el modelo productivo del país o si solo es una estrategia de corto plazo para atraer divisas.

El RIGI es, sin duda, una herramienta interesante para atraer grandes inversiones, pero no resuelve problemas estructurales, como la falta de confianza en el país, la burocracia o la inseguridad jurídica. Al mismo tiempo, siendo realistas, su éxito dependerá, en parte, de que el Gobierno actual logre mantener una línea política coherente en los próximos años, algo que en Argentina nunca está garantizado.

Si bien las inversiones en energía y minería pueden traer ingresos importantes, también es necesario preguntarse cuál es el verdadero costo a largo plazo. En definitiva, el RIGI podría ser un punto de partida, pero si no viene acompañado de una estrategia más amplia, corre el riesgo de convertirse en otro parche económico sin impacto real en el desarrollo del país.

Si escuchás a ambientalistas criticar este régimen, dejame decirte que tienen una razón para eso. Si bien desde el lado proteccionista ambiental se busca impulsar proyectos como parques eólicos y solares, las mayores inversiones están acaparadas por el sector de los hidrocarburos y la minería.

A modo de conclusión, se puede decir que El RIGI es, sin duda, un intento del Gobierno por atraer grandes inversiones en sectores estratégicos, y en cierto modo, ha comenzado a dar resultados. No obstante, su éxito dependerá de varios factores: la confianza de los inversores en la estabilidad del país, la capacidad del Gobierno para sostener sus compromisos y la diversificación de los sectores beneficiados.

Por ahora, el régimen parece beneficiar principalmente a las industrias extractivas, dejando en segundo plano a sectores productivos con mayor

potencial de generación de empleo y valor agregado. A largo plazo, la clave estará en encontrar un equilibrio entre la atracción de inversiones y el desarrollo económico sostenible del país. Si el RIGI logra consolidarse como un programa confiable y complementarse con políticas que fomenten un crecimiento más diversificado, podría convertirse en una herramienta real para el desarrollo argentino.

Escrito por: Chervo, Genaro