Todos tenemos miedo a algo, ya sea bajo fundamentaciones válidas como por motivos completamente irracionales. Sin embargo, si uno de nosotros expresase su miedo a que le caiga un cohete espacial encima, ¿dirías que está loco? Como poco, pensaríamos que es un exagerado.
Si bien las probabilidades de que te ocurra algo así son muy bajas -por lo que deberías contar con mucha mala suerte-, no es algo que esté muy lejos de la realidad.
Las empresas y organizaciones espaciales deben planificar y resolver una infinidad de cuestiones previas a un lanzamiento. En esta ocasión, nos interesará las partes del cohete principal que se desprenden de la nave rumbo al espacio.
En estos últimos años, empresas como Space X han desarrollado cohetes reutilizables, los cuales, al cumplir su función, reingresan al planeta y aterrizan de forma segura y controlada. Antes de estas invenciones, las partes desprendidas de un cohete quedaban en el espacio, conformando lo que llamamos “basura espacial”.
No obstante, los desarrollos de cohetes reutilizables son aún novedosos, por lo que no se aplican genéricamente en la actualidad. A pesar de esto, no debería por qué preocuparnos, ya que, después de todo, aquellos cohetes que no reingresan a la Tierra de forma segura quedan flotando en el espacio, ¿no?
La Administración Nacional Espacial China nos demuestra que no es tan así.
En esta última década, la potencia asiática ha realizado grandes avances en el campo aeroespacial. Diseño de cohetes, instalación de redes satelitales e incluso la creación de una Estación Espacial con tripulación constante son algunos de los logros acumulados. No obstante, múltiples veces se han registrado reingresos a la Tierra de cohetes chinos de forma descontrolada, impactando tanto en el centro del océano como en medio de una ciudad. El miedo irracional de algunos se ha convertido en realidad.
El último de estos sucesos ocurrió el pasado 24 de junio, cuando el cohete principal de un Long March 2C cayó sobre la ciudad de Xinba.
El Gobierno realizó un aviso previo, donde alertaba a la población de un posible impacto y de la presencia de gases tóxicos -como, por ejemplo, aquel gas amarillo que se observa en la imagen-. Por suerte, no hubo víctimas fatales.
Las críticas a la Agencia Nacional de China por parte de otros organismos se cuentan por montones. A pesar de esto, no parece haber intenciones de prevenir estos sucesos, pues siguen ocurriendo.
Por último -y algo que acompaña a la escasa información plasmada en este artículo-, la reducida prensa oficial que existe alrededor de los proyectos aeronáuticos de China es lo que envuelve a estos hechos en múltiples preguntas.
Por el momento, les aconsejo que duerman con casco de seguridad.
Escrito por: Dorsch Santiago