Como muchos sabrán, el deporte no es solo una forma de mantener el cuerpo saludable y preparado para la vida diaria, sino una de las terapias más efectivas en cuanto a trastornos de conducta y estrés. Una forma que, con el debido cuidado, puede ayudar al cerebro a seguir con nuestro día a día, se trate de una persona adulta o una joven.
Naturalmente, requiere predisposición de uno mismo para adquirir este beneficio que el deporte proporciona ya que, sea a nivel competitivo o por hobby, el esfuerzo siempre está ahí, junto con las frustraciones, una técnica mal implementada o un período perdido, esos momentos son importantes porque ayudan al deportista a aprender y crecer. Por eso, es sumamente necesario un correcto ambiente deportivo, enfocado a aquello que desees hacer con el deporte.
El hecho de lograr algo nuevo dentro del ámbito deportivo no suele quedarse detrás de los logros académicos o sociales (semestre aprobado, parcial pasado o nuevos amigos), y lo mismo se aplica con aquello en lo que se fracasa.
Uno de los grandes mitos entre la gente es que el deporte o entrenamientos especializados en fuerza durante la niñez o adolescencia complejizan el crecimiento. En estas etapas, como en todas, el pasarse durante un entrenamiento es perjudicial. Sin embargo, si se hace con supervisión de un profesional y con responsabilidad, no solo es algo muy útil para el deportista, sino también para el que no lo es.
Muchos de estos sentimientos, que son generados por medio del deporte, se deben a la liberación de hormonas y a la creación de cócteles químicos necesarios para los susodichos. Gracias a estos, el deporte permite estabilizar las cuestiones habladas en los primeros párrafos.
Pero este tipo de terapias son peligrosas, ya que pueden generar adicciones. Ser adicto a un deporte, como a cualquier cosa, no es bueno, debido a que al no ver una curva de mejora, se tiende a desarrollar una depresión deportiva o trastornos alimenticios de diversos tipos.
Como conclusión, hay que hacer deporte si se lo desea, pero nunca hay que excederse ni sacar el foco del objetivo principal, ya que eso es lo que destruye al deportista o le quita la motivación y disciplina que lo distingue.
Escrito por: Cuello Agustin