¿Acortar la brecha? ¿Solucionar lo teórico y llevarlo a lo real? ¿Sinceramiento?
Todas estas dudas nacen gracias a un llamado modelo «Sinceramiento» de la SPU (Secretaría de Políticas Universitarias), donde se definieron ciertos lineamientos de políticas de dicho carácter a trabajar.
Entre ellos, se encuentra la revisión de distancias entre la duración teórica y la duración real de las diversas carreras que ofrecen las facultades de nuestra nación.
En dicho lineamiento, se dejó en claro que hay una brecha muy amplia entre la duración real y la teórica, afirmando que solo el 29,6% de los estudiantes argentinos egresan en el tiempo previsto Según SPU.
Qué raro, ¿no? Hablar de brechas y grietas en un país como Argentina.
Pero, ¿acaso es una brecha con solución?
De forma contraria a como estamos acostumbrados, ya existe un plan el cual parece ser funcional para dicha problemática. En el mismo, diversas facultades nacionales como la de Villa María, Córdoba, San Martín (Unsam), Cuyo (Uncuyo), Río Negro, Rosario y la UTN (Universidad Tecnológica Nacional) se sometieron a relevamientos y revisiones de forma intrainstitucional con docentes, graduados y estudiantes con la finalidad de implementar innovaciones, garantizando la calidad educativa y proponiendo acortar las carreras y adaptar los planes a los sujetos de aprendizaje actuales y reales.
Pero siendo sinceros y viendo el panorama completo, hay que tener en cuenta la infinidad de veces que mencionamos planes, promesas y propuestas las cuales nunca se ejecutaron y quedaron flotando en el aire.
Más allá de que el plan se ejecute de forma óptima o no, vayamos a lo que nos interesa.
¿Por qué sucede que los alumnos no terminan sus carreras a tiempo? ¿Acaso son muy exigentes? ¿Quizás no están preparados? ¿Tienen una mala base secundaria? ¿Quién es el culpable?
Las respuestas a esto, basándonos en donde se está practicando el plan de «Sinceramiento» (Uncuyo), son las siguientes:
Esta vez, no hay un culpable físico el cual recriminar, pero sí existe una realidad, que es a lo que se le llama «alumno teórico» y «alumno real».
El ideal es aquel que se prevee que va a terminar la carrera en el tiempo que el plan de estudio indica, pero no hay que mentirnos; la misma Uncuyo detectó que esta ejemplificación de alumno no existe y que es solo una idea basada en un plan de estudio que exige 40 horas semanales para cursar y hacer práctica a cada uno de los alumnos.
En este punto, creo que ya podemos notar en dónde está la diferencia en estos dos tipos.
El real, a esas 40 horas, tiene que agregarle estos porcentajes:
• Más del 50% trabaja luego de ir a estudiar.
• Cerca del 20% ya tienen hijos que cuidar.
• Más del 50% tiene a otra persona bajo su cuidado.
En síntesis, un alumno «real» No puede afrontarse al sistema curricular actual, y por eso los bajos porcentajes. No es una opinión, sino los datos que el sinceramiento aplicado nos provee.
A raíz de este estudio, se dieron a conocer distintas opiniones de diversos directivos de las facultades nacionales:
Liliana Cuenca Pletsch dijo:
«En las carreras de ingeniería se plantea 4.100 horas en cinco años y un estudiante le debería dedicar 11 horas diarias, seis días a la semana, al estudio».
«Eso no existe –exclamó la Secretaria Académica de la UTN–, menos en ingeniería, que la mayoría de los estudiantes a partir de tercer año en general trabajan».
Bartolacci Franco, Rector de la UNR (Universidad Nacional de Rosario), comentó que una medida importante, pero no la única, es “modificar la cantidad de horas”.
No obstante, luego de decir esto, aclaró que “hay que trabajar la superposición de contenidos, correlatividades y equivalencias».
Y la última opinión, la cual destaco de certera y real, es la de la Secretaria General Académica de la Unsam, De Gatica Alejandra.
La misma explicó que, mediante una comparación que también indaga los tiempos de sus estudiantes para cumplir la exigencias académicas y en comparación con lo que piensan sus docentes, los datos arrojaron que «les lleva mucho más tiempo de lo que los docentes consideran” y destacó que «el sinceramiento apunta a decir que en realidad la carrera no son 12 o 16 horas semanales, sino, como mínimo, 40. Hay que informar, porque si no viven una experiencia de permanente frustración al no poder cumplimentar con lo que se plantea», porque «el 80% de nuestros estudiantes trabaja tiempo completo».
Se pueden tener diversas soluciones a este problema, ya sean las que plasma la SPU o los que toman su propia iniciativa, como el Uncuyo o la UTN. Pero algo sí es claro; el problema existe y está repercutiendo demasiado en la etapa final de la educación de aquellas personas que se quieren formar como profesionales.
Aunque no debemos de olvidarnos que todo el tiempo dedicado a la educación es tiempo bien invertido, que a la larga dará sus frutos.
Teniendo en cuenta esta frase final y el desarrollo del artículo, te pregunto a vos lector:
¿Qué carrera tenés pensado seguir? Y si ya estás en una, ¿desde cuándo la estás cursando? ¿Considerás que tu tiempo allí está bien invertido?
Por: Máximo Torrens