El pasado 10 de abril se conmemoró, en nuestro país, el Día Nacional del Investigador e Investigadora Científica, el cual busca reconocer la importancia de las personas que se dedican a analizar, descubrir y optimizar herramientas útiles para nuestra vida cotidiana y, de alguna u otra manera, contribuir a la expansión de nuestro conocimiento general.
La fecha en la que se celebra este día no ha sido elegida de forma aleatoria, sino todo lo contrario: fue premeditado y eligieron a un investigador que, desde distintos puntos de vista, fue pionero e importante en su época y su legado sigue hasta la actualidad. Hablamos, ni más ni menos, que del argentino Bernardo Houssay.
Un 10 de abril, pero de 1887, nacía en Buenos Aires el futuro médico, farmacéutico y catedrático al que se le consideraría como uno de los científicos más destacables y reconocidos mundialmente de la historia argentina. Su genialidad e investigaciones en el campo de la endocrinología le daría, en el año 1947, una de las mayores distinciones que un científico puede obtener por su trabajo: el Premio Nobel de Medicina y Fisiología, convirtiéndose en el primer argentino y latinoamericano en ganar este premio.
Pero su importancia no solo radica en un premio, sino también en su historia y en su carrera como científico. El primer dato llamativo del doctor Houssay es que terminó sus estudios a muy temprana edad; finalizando la primaria a los 9 años, la secundaria a los 13 y, a sus 23 años, ya había cursado y obtenido los títulos de las carreras de farmacología y medicina –según sus profesores de distintos niveles educativos, Bernardo poseía una gran agilidad y facilidad para adquirir conocimientos-.
Luego de esto, dedicó la mayor parte de su vida, como muchos investigadores, a dar cátedras en diferentes universidades y realizar investigaciones en laboratorios de las mismas. No obstante, Houssay fue mucho más lejos y buscaba crear centros de indagación científica y reforzar la ciencia en nuestro país. Esto lo llevo a crear distintos organismos, tales como la Sociedad Argentina de Biología en 1920, la Asociación Argentina para el Avance de las Ciencias en 1933, el Instituto de Fisiología en 1935, el Instituto de Biología y Medicina Experimental en 1944 y, el más sobresaliente, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –más conocido como CONICET-.
Su gran actividad, como podrá imaginar el lector, lo mantenía al margen de cuestiones políticas. Una de sus historias más recordadas respecto a esta relación se remonta al año 1943 –en plena dictadura luego del golpe de Estado de junio de 1943-, cuando Houssay, junto con otros sobresalientes en distintos campos, expusieron su necesidad de que exista un gobierno democrático, desencadenando su expulsión como profesor en la Universidad de Buenos Aires. En su última lección en la universidad –a la que asistieron más de 2.200 personas-, explicó los respectivos temas con normalidad, aunque con algunas suspicacias de carácter político. Al dejar su oficina luego de la clase, expresó, tal y como un credo, las siguientes palabras: “Amor a mi patria; amor a la libertad; dignidad personal; devoción a la ciencia; devoción al trabajo; respeto a la justicia y mis semejantes; afecto a los míos parientes, discípulos y amigos”.
Dictó variadas conferencias en las universidades más importantes del mundo, recibiendo múltiples galardones y plazas en las organizaciones más destacadas. Entre estos, 25 títulos honoríficos, ganador del premio Konex en 1983, profesor honorario en 15 universidades y miembro de 38 academias –como, por ejemplo, la Pontificia Academia de las Ciencias-. Por supuesto, el Premio Nobel de Medicina y Fisiología en 1947 es su reconocimiento de mayor importancia, el cual fue fruto de su investigación del sistema endocrino, específicamente de la Hipófisis, y como esta estaba involucrada en la regulación de la glucosa en sangre y, consecuentemente, en procesos de la diabetes.
El doctor Bernardo Houssay, luego de 84 años dedicados en su mayoría a la ciencia y la tecnología, fallece en el año 1971, ubicando sus restos en el Cementerio de la Chacarita.
La influencia, tanto en las instituciones que formó y en los conocimientos que compartió, es sumamente inmenso. El desarrollo científico y tecnológico actual en el país se basa, desde muchos aspectos, en los aportes que hizo Bernardo Houssay. Por estas razones es que se conmemora el Día Nacional del Investigador e Investigadora Científica en su honor. A modo de cierre, dejamos un fragmento de su testamento, que resume muy bien su mirada acerca de la importancia que tiene la ciencia en un país:
“La ciencia, la técnica y la investigación son la base de la salud, bienestar, riqueza, poder e independencia de los pueblos modernos. Hay quienes creen que la investigación científica es un lujo o un entretenimiento interesante pero dispensable. Grave error, es una necesidad urgente, inmediata e ineludible para adelantar. La disyuntiva es clara: o bien se cultiva la ciencia, la técnica y la investigación y el país es próspero, poderoso y adelanta; o bien no se la practica debidamente y el país se estanca y retrocede, vive en la pobreza y la mediocridad. Los países ricos lo son porque dedican dinero al desarrollo científico tecnológico. Y los países pobres lo siguen siendo si no lo hacen. La ciencia no es cara, cara es la ignorancia.”
Por: Santiago Dorsch