INTRODUCCIÓN
El 20 de noviembre de 1845 se perdió el combate de la Vuelta de Obligado. No obstante, producto del heroísmo con que se defendió el territorio, aquel día fue declarado por Ley (en 1974) como el Día de la Soberanía Nacional.
El concepto de soberanía puede entenderse de distintas maneras según el enfoque. Viviana Mallol, directora del Museo Histórico Nacional, menciona que, en el ámbito político, la soberanía se asocia al hecho de ejercer la autoridad en un determinado territorio, y la define: “La soberanía nacional establece que el poder está en manos del pueblo y que este se ejerce a través del conjunto de órganos de tipo constitucional que son representativos del pueblo”.

¿De qué hablamos cuando hablamos de soberanía?
Para la historiadora, el significado de soberanía también se asocia a la noción de autonomía en el campo de las ideas. Reflexionar sobre los desafíos que nos enfrentamos hoy al defender la cultura de una nación en una sociedad capitalista es pensar en nuestra soberanía.
“Si bien la historia argentina está jalonada de hechos que permitieron alcanzar la soberanía como Nación y como Estado, La Vuelta de Obligado ha tomado el carácter de ícono de la defensa de la soberanía de la Argentina. Ese concepto de soberanía lo podemos aplicar en varios campos, para hablar de soberanía sobre los cuerpos o soberanía alimentaria, entendida como la capacidad de cada pueblo para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible y seguridad alimentaria”, concluye la historiadora.
¿Qué sucedió en la Vuelta de Obligado?
En lo que hoy es la localidad de San Pedro, a casi 200 km de Capital Federal, el río Paraná se angosta y hace una curva en forma de «S» que dificulta la navegación. En ese sitio, en 1845, las tropas comandadas por Lucio N. Mansilla junto con criollos, gauchos, indios, mulatos y mujeres, trataron de impedir que los recién estrenados barcos a vapor de Gran Bretaña y Francia, las dos más grandes potencias económicas, políticas y bélicas de la época, avanzaran sobre el territorio nacional.
En ese mismo año, el Estado nacional argentino estaba en construcción. Juan Manuel de Rosas era gobernador de Buenos Aires y encargado de las relaciones exteriores de la entonces Confederación Argentina. La lucha interna entre unitarios y federales sobre cómo organizar el país estaba candente, sobre todo entre correntinos, entrerrianos y santafesinos. Gran Bretaña y Francia querían establecer relaciones comerciales directas con esas provincias sin pasar por Buenos Aires ni reconocer la autoridad de Juan Manuel de Rosas.
Las potencias nos rodean
Francia, Inglaterra y Buenos Aires tenían constantes conflictos diplomáticos. Las potencias presionaban a Juan Manuel de Rosas para que pusiera fin a la guerra con la Banda Oriental (hoy Uruguay) y quitara las trabas al libre comercio y sus medidas aduaneras que protegían los productos nacionales. Obteniendo la libre navegación de los ríos, los europeos podrían recorrer sin problemas por el río Paraná y apoyar a Corrientes, provincia opositora al gobierno de Rosas. Esto permitiría que la acorralada Montevideo pudiera comerciar tanto con Paraguay como con las provincias del litoral.
Para el historiador Mario “Pacho” O’Donnell, la intervención anglo-francesa tenía motivos económicos. Ellos deseaban expandir sus mercados utilizando sus nuevos barcos de guerra a vapor (ya no a vela) que les permitían internarse en los ríos interiores sin depender de los vientos. Y para eso necesitaban intervenir en el conflicto armado entre la Argentina y Uruguay, a favor de los orientales. También independizar Corrientes, Entre Ríos y Misiones, formando un nuevo país, la ‘República de la Mesopotamia’, que haría del Paraná un río internacional de navegación libre.
El 20 de noviembre de 1845
En esa curva donde el río se angosta, las tropas comandadas por el general Lucio N. Mansilla, encargado de la defensa del territorio nacional, tendieron tres gruesas cadenas, de costa a costa, sostenidas sobre 24 barcazas para cerrar el paso. Sabiendo que era casi imposible combatir a los invasores debido a su superioridad bélica y tecnológica, la estrategia se fundó en provocarles la mayor cantidad de daños posibles en sus barcos de guerra y en los mercantes, y provocar bajas en soldados y marineros, durante el tiempo en que tardaran en cortar las cadenas.
Los agresores, que creyeron que no iban a tener inconvenientes al pasar, finalmente lograron avanzar, dejando un número de bajas en las tropas nacionales diez veces mayor. Si bien lograron cortar las cadenas, se encontraron con nuevos ataques en San Lorenzo y Tonelero que, si bien no les generaron daños significativos, les obligaron a vivenciar la hostilidad de la defensa nacional.
Tras la derrota en Vuelta de Obligado, la expectativa comercial para Francia y Gran Bretaña no fue lo que esperaban y regresaron sin cumplir el objetivo mercantil. Los ingleses levantaron el bloqueo en 1847, mientras que los franceses lo hicieron al año siguiente.
De San Martín a Rosas
La actitud de Rosas frente a los invasores fue destacada por el general San Martín, quien hizo mención a dicha hazaña en sus cartas, y a quien finalmente le legó su sable corvo.
«A pesar de la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la justicia de creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez (…) Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país, no ha tenido nada que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos, un modelo que seguir y más cuando éste está apoyado en la justicia”.

Conocé más sobre la Vuelta del Obligado en el Museo
El Museo Histórico Nacional custodia testimonios relevantes de la Vuelta de Obligado. Uno de los más destacados es la Bandera de la Confederación Argentina, tomada por los franceses en el combate de la Vuelta de Obligado. Esta bandera mide cuatro metros de largo por dos metros noventa de ancho, de lana, formada por dos bandas; una azul oscuro y la otra blanca en cuyo centro yace un sol rojo. Fue entregada en 1997 por el entonces Presidente de Francia Jacques Chirac al gobierno argentino.
Otra de las piezas relevantes es el sable corvo de San Martín, pieza icónica de la libertad sudamericana, y que además fuera entregado por el propio San Martín en su testamento a Juan Manuel de Rosas por los hechos acontecidos en la defensa del puerto del Buenos Aires, el cual decía: “El sable que me ha acompañado en toda la guerra de la independencia de la América del Sur le será entregado al general Juan Manuel de Rosas, como prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla”.

Por: Helios