A pesar de los avances que se dan día a día con la educación sexual integral, dejando de ser esta un tabú, en algunos lugares y familias todavía este tema no se trata. A raíz de esto, se producen, en ciertos casos, los embarazos adolescentes, que marcan la vida de los jóvenes que siguen en la secundaria, dificultando y hasta imposibilitando su educación y aprendizaje.
Las decisiones que cada persona adolescente o joven tome con respecto a su propia sexualidad y los resultados que de estas se deriven no están estrictamente determinados por elementos de su individualidad. Al momento de decidir o tomar una postura, entran en juego varios factores, muchos de ellos sociales, que le hacen optar por una u otra conducta, lo que contribuye a tener un resultado (favorable o no). Por ejemplo, su nivel de educación, su trabajo o labor, la situación económica de sus padres, el vivir en una zona urbana o rural, etc. Cabe recalcar que el embarazo adolescente se puede dar por diversas razones, tales como:
- Abuso, violación o explotación sexual.
- Inequidades en educación con mayor nivel de desescolarización (ENDS, 2010).
- Mayores niveles de pobreza, condición de desplazamiento o situaciones de conflicto.
- Inicio temprano de las relaciones sexuales.
- Influencia de los medios de comunicación.
- Decisión voluntaria y consciente de quedar en embarazo o relaciones desprotegidas.
“Si los hijos llegan, se hace más difícil continuar con los estudios, porque se incrementa la necesidad de trabajar para el mercado o para el hogar. A la inversa, cuando las mujeres y los hombres acceden y se mantienen en el ciclo escolar formal, los hijos nacen más tarde”, describe Carina Lupica, directora del Observatorio de la Maternidad. Lupica advierte que la relación entre escolaridad y abandono no es unidireccional: “El sentido del vínculo puede ser el inverso: la deserción puede ser previa y es probable que influya en la reproducción a edades tempranas”.
Mabel Bianco, presidente de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), agrega: “Las adolescentes madres, aunque quieren, difícilmente pueden seguir estudiando sin apoyo de la familia y del Estado. Las ayudas del Estado son pocas y en general se limitan a darles dinero, como la Asignación Universal por Hijo, pero esto no les alcanza, por ejemplo, para pagar una guardería para el niño, ni a una persona para que lo cuide. La falta de salas maternales y salas de 3, 4 y 5 años para la educación infantil es una de las deudas del Estado con las madres adolescentes y sus familias”.
De acuerdo con los últimos datos del UNFPA, el 69% de los embarazos adolescentes son no planificados. Por eso, los expertos coinciden en que la educación sexual es imprescindible para abordar este tema. Además, la discriminación al encontrar a alguien “diferente”, por parte tanto de alumnos como maestros, y remarcar el descuido, hacen que se pierda el interés en atender a las clases.
La responsabilidad que significa ser madre/padre es muy alta. Por eso, al seguir siendo adolescentes y no haber podido concluir la juventud para seguir disfrutando y cuidando de nosotros mismos para criar y atender a un nuevo ser, es una carga enorme que requiere el mayor tiempo posible de la persona, limitando otras actividades.
Por: Rafaela Petacci