
Desde Megáforo, festejamos y conmemoramos el Día de la Mujer. Si bien se eligió como fecha representativa el 8 de marzo para hacerlo, tras una ardua lucha femenina por la defensa de nuestros derechos y valorización humana, no debemos olvidar que, día tras día, seguimos combatiendo injusticia y desigualdad por poseer esta magnífica cualidad: ser mujer.
Para entender un poco el contexto en el cual finalmente se nos tomó en cuenta, y los gritos ahogados de miles de mujeres fueron escuchados, nos remontamos al siglo XIX, donde las mujeres que trabajaban en la industria textil (conocidas como garment workers) de Nueva York, organizaron una protesta. Allí, manifestaron su desacuerdo ante los bajos sueldos que les proporcionaban en comparación a los hombres sometidos al mismo tipo de trabajo. Además, reclamaban mejores condiciones laborales, ya que en las que se encontraban eran inhumanas.
En el incendio en la Triangle Shirtwaist Company, el 25 de marzo de 1911, donde murieron más de 120 trabajadoras al no poder salir del edificio, debido a que la única puerta estaba cerrada con llave, el Sindicato de Mujeres Trabajadoras (Women’s Trade Union League) y el Sindicato Internacional de Trabajadores de la Confección de Damas (International Ladies’ Garment Workers Union) lideraron numerosas protestas tras la tragedia, buscando justicia y prevención futura, generando mayor atención de la comunidad y, por ende, más apoyo hacia la causa.
En 1975, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el Año Internacional de la Mujer, marcando un hito crucial en la visibilización de la lucha por los derechos de las mujeres a nivel global. Esta decisión no solo reconoció los desafíos históricos que enfrentan las mujeres, sino que también impulsó acciones concretas para promover la igualdad de género.
Dos años después, se creó la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), la cual fue adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 18 de diciembre de 1979 (aunque entró en vigor el 3 de septiembre de 1981).
Estos hechos han cambiado el camino de las mujeres de esa época y las provenientes, transformando el futuro político, social y económico del mundo.
A pesar de todos los esfuerzos y sacrificios que han realizado estas mujeres, que sin duda fueron fructíferos y agradecidos por todas, nuestro género sigue siendo infravalorado y despreciado, desde el ámbito laboral al social. Nos encontramos en el siglo XXI todavía siendo cosificadas y desvalorizadas. Aunque presentemos un mayor empeño y superiores habilidades al de los hombres, siempre encontrarán una manera para rebajarnos.
Está claro que esto no es una lucha de sexos, sino una lucha contra el sistema y las costumbres que una vez fueron las cadenas que ataban a las mujeres a una limitada y desfavorable vida.
La lucha seguirá en honor a todas las que han dado la vida defendiendo la integridad de otras hasta que un día podamos vivir en un mundo libre, justo e igualitario.
Escrito por: Petacci, Rafaela