Frecuentemente solemos decir que Argentina es el país del revés; se castiga al exitoso, se celebra el excesivo gasto público, se apuesta por más derechos que responsabilidades, se hace absolutamente todo lo contrario al resto del mundo para pretender crecer y progresar. En un nuevo capítulo, el ministro Massa evalúa “castigar” al sector industrial nacional abriendo las importaciones.
La libre competencia y la cooperación voluntaria son los pilares fundamentales de un país para lograr progresar, las ventajas de este sistema son infinitas. Partiendo de igualdad de condiciones, los consumidores tienen la posibilidad de elegir el producto que deseen y las empresas se insertan en un juego constante regulado por la ley de oferta y demanda de los bienes que se producen. Quienes produzcan un bien que satisfaga algún tipo de necesidad del consumidor será quien crezca, mientras que el que no, deberá repensar qué producir y cómo hacerlo para que resulte atractivo.
La competencia no es un castigo, todo lo contrario, es un gran beneficio que brinda la sociedad capitalista. Sin embargo, es cierto que en nuestro país el Estado se ha encargado de ahogar a las PyMES en impuestos que imposibilitan la posibilidad de competir, incluso de sobrevivir. Es necesario tomar consciencia de los efectos que producen estas cargas impositivas, ya que aliviándose, podría desarrollarse una gran oportunidad de establecer competencia entre empresas y ser beneficioso para la sociedad. Pensándolo así, podemos decir que castigar con mayor libertad será la clave del progreso.
Por: Francisco Garavaglia