La Organización de las Naciones Unidas (ONU) celebra cada 5 de diciembre, desde 2014, el Día Mundial del Suelo, fecha propuesta por la FAO (ONU para la alimentación y la agricultura). El objetivo de este día es concientizar a las personas sobre la importancia de la salud de los suelos y centrar nuestra atención en una gestión sostenible del mismo.
Entonces, ¿cuál es la importancia de los suelos?
Los suelos son una parte fundamental en el equilibrio de los ecosistemas; filtran, regulan y transforman la materia que absorben, protegen las aguas subterráneas y superficiales contra la penetración de agentes nocivos y transforman compuestos orgánicos. Además, intercambian nutrientes y agua con las raíces de las plantas y son el hábitat de muchísimas especies, por lo que preservarlos contribuirá a mejores alimentos y mayor biodiversidad.
Todas estas razones contribuyen a que sea esencial cuidarlos, por ese aporte de materia prima y recursos, tanto para el mantenimiento de la biósfera como para la agricultura y la alimentación. Por ende, preservarlos se convierte en una cuestión de supervivencia.
Otro motivo importante para conservarlos es que están clasificados como recurso no renovable: su degradación es mayor a su capacidad de regeneración y no es reversible en el tiempo de una vida humana. Su consumo no es reutilizado de forma sostenible.
Sin embargo, a pesar de su importancia, este recurso es frecuentemente desgastado y contaminado por diversos motivos.
¿Cómo se contamina el suelo?
La contaminación del suelo provoca una reacción en cadena que perjudica la biodiversidad y el funcionamiento del mismo. Reduce la materia orgánica que contiene y su capacidad para actuar como filtro. Además, se contamina el agua almacenada en el mismo y el agua subterránea, causando desequilibrio en el sistema o la erosión de los suelos.
Entre los principales contaminantes, se encuentran: metales pesados, microorganismos patógenos, hidrocarburos, plaguicidas, basura, ácidos, aguas de relave, entre otros. La contaminación es causada por diversos factores, mayormente antropogénicos, es decir, actividades que realiza la sociedad para su desarrollo. Entre ellas, diversas industrias como la minería, la agricultura, la gestión de desechos y aguas residuales, la agricultura y la ganadería, incluso a pesar de que todas estas actividades dependen del buen estado del suelo.
La agricultura intensiva es un muy buen ejemplo de este problema, ya que esta práctica, a pesar de depender para su buen desarrollo de los suelos, debilita la tierra e interfiere en los procesos naturales del mismo. Asimismo, los plaguicidas químicos destruyen los microorganismos que lo habitan. Todo esto conduce a rendimientos reducidos y desertificación, con repercusiones drásticas sobre la producción de alimentos.
Actualmente, hay casos donde se toman medidas para evitar la degradación de los suelos, con procedimientos más amigables y sostenibles a largo plazo, además de incentivarse el cambio en cómo manejamos este recurso. Por eso mismo, considero esta fecha importante para hacer énfasis en este problema y detenernos a contemplar su importancia.
Si seguimos desarrollándonos a costa de la salud de la tierra, llegará un punto donde sea imposible seguir avanzando, pero no se podrá volver atrás. Busquemos y creemos opciones. Evitemos contaminar nuestro futuro.
Por: Ariana Amaya